A Ti, oh Dios, de quién son todas las almas, las almas de los padres y las almas de los hijos, [1] presentamos este niño como sacrificio vivo, que deseamos que sea santo, y aceptable,[2] y que pueda ser rendido y dedicado al Padre, Hijo y Espíritu Santo.[3]
Es concebido en pecado,[4] pero hay una fuente abierta;[5] oh, lava el alma de este niño en esa fuente, ahora que por tu designación es lavado con agua pura.[6]
Es uno de los hijos del pacto,[7] uno de los hijos que te han nacido,[8] es tu siervo, nacido en tu casa;[9] oh, haz valer tu antiguo pacto, que tú serías el Dios a los creyentes y sus hijos;[10] pues esta bendición de Abraham llega sobre los gentiles,[11] y la promesa todavía es para nosotros y nuestros hijos.[12]
Tú nos has animado a traer los niños pequeños a Ti, pues has dicho, que de los tales es el reino de Dios. Bendito Jesús, toma a este niño en los brazos de Tu poder y gracia, pon Tus manos sobre él y bendícelo;[13] que sea un vaso de honra santificado y útil para el uso del señor,[14] y reconocido como uno de los tuyos en aquel día cuando tú pongas juntas todas tus joyas.[15]
Oh, derrama Tu Espíritu sobre nuestra simiente, Tu bendición sobre nuestra descendencia, para que puedan brotar como sauces junto a corrientes de aguas, y puedan llegar a escribir con sus manos: Para Jehová, y apellidarse con el nombre de Israel.[16]
Mathew Henry, Method of Prayer (Glasgow: Christian Heritage, 2017, orig. 1994), p. 128
[1] Ezequiel 18:4
[2] Romanos 12:1
[3] Mateo 28:19
[4] Salmo 51:5
[5] Zacarías 13:1
[6] Hebreos 10:22
[7] Hechos 3:25
[8] Ezequiel 16:20
[9] Salmo 116:16
[10] Génesis 17:7
[11] Gálatas 3:14
[12] Hechos 2:39
[13] Marcos 10:14, 16
[14] 2 Timoteo 2:21
[15] Malaquías 3:17
[16] Isaías 44:4-5