Ayer aparecieron por redes sociales los primeros revuelos acerca la conferencia sobre la «necesidad del bautismo infantil». No excesivamente serios, pero sí lo suficiente como para que ahora le dedique unas líneas.
El revuelo fue a cuenta de una entrada que publiqué, en la que hablé del «silogismo del no», que es como defino yo la negación bautista del bautismo infantil.
De entre las reacciones que suscitó –las normales por parte de hermanos bautistas, que se centran en decir que no hay mención expresa del bautismo de niños en la Biblia–, se pueden destacar aquellas pocas que cuestionaron este procedimiento (el silogismo del no) como una «ultrasimplificación» y «hombre de paja», etc., de la posición bautista –acompañado todo esto a veces de algunas descalificaciones personales–, al no recoger la enseñanza bautista (particular) del pacto.
Como hace falta muy poco para invalidar (a ojos de los que han de recibir) los postulados correctos de alguien, es necesario ver ahora porqué estas acusaciones no son ciertas y que el llamado «silogismo del no» es un procedimiento legítimo para presentar la posición bautista. Déjenme explicar.
Evidentemente, el «silogismo del no» no describe el conjunto de la enseñanza bautista ni es esa su intención. Esta expresión fue dicha en relación al argumento de la conferencia. En ella, expuse claramente que la doctrina reformada del bautismo infantil se basa enteramente en la «buena y necesaria consecuencia» del conjunto de la Escritura. Es decir, usando distintos silogismos buenos y necesarios a partir de distintos lugares de la Escritura, los reformados llegamos al bautismo infantil como «consecuencia buena y necesaria», por lo tanto, bíblica. Sinteticé esto en un solo argumento, lo suficientemente comprensivo como para abarcar toda la cuestión.
Bien. La posición bautista, independientemente de que sea particular o no, se basa en el rechazo de estos argumentos lógicos o silogismos. En definitiva, rechazan el uso de la lógica, porque con ella se llega al bautismo infantil. La posición bautista, pues, es una negación absoluta, tanto del uso de la lógica, como de cada punto bíblico y de doctrina a partir del cual los reformados deducimos el bautismo infantil.
El suyo, por tanto, es un «no» absoluto a los reformados en esta cuestión. Por consiguiente, en términos de lógica y debido precisamente al rechazo del uso de la lógica, su posición puede ser presentada de manera absolutamente legítima como un «no, porque no, por consiguiente no».
No es, pues, tergiversación. Ni ultrasimplificación. Ni hombre de paja. Ni siquiera sarcasmo. Es simplemente definir las cosas en términos de lógica.