Ocho de la mañana en la cocina de una casa de campo, en la Provenza francesa. Último domingo de las vacaciones. Afuera, el día promete ser caluroso, pero adentro toda la familia, arreglada ya para ir a la iglesia, está tomando el desayuno. De repente, me fijo en la caja de cereales que se yergue ante mí. Me llama la atención la multitud de palabras que hay en ella. Me fijo y percibo un párrafo de proporciones considerables. Su texto, el siguiente:
“Me gusta hacer que mis hijos disfruten pero también pienso en su bienestar. He escogido los cereales ****** a la vez por su buen gusto y porque contienen todos los cereales completos”.
“¡No está mal el bla-bla para una simple caja de cereales”, me dije. Reconocía allí el estilo discursivo francés, al cual nunca, la verdad sea dicha, me llegué a adaptar del todo. Esta fue una de las razones por las que nunca pensé en quedarme en Francia tras acabar mis estudios de teología.
Tras el desayuno, salimos para la iglesia. Queremos ir a la congregación a la que asistíamos en nuestro primer año de casados, situada en las afueras de Marsella. El culto está anunciado para las 10 de la mañana.
Tomamos la autopista que une Nîmes a Aix-en-Provence. El sol luce radiante en un cielo azul claro, sin ninguna nube en él. La autopista avanza por en medio de un terreno absolutamente llano, que se prolonga hasta llegar al no muy lejano mar. A los lados se ven cercados de cipreses por todas partes, plantados para proteger las plantaciones del fuerte viento de la zona, el mítico Mistral… ¡Todo lo que veo me suena tanto! Habré hecho esta misma ruta docenas y docenas de veces durante los 10 años en los que estudié en la facultad de Aix (“10 años, el cuarto de la vida laboral de un individuo”, que me dijera un día uno de sus profesores). El triángulo formado por Aix-Nîmes-Marsella es, para mí, uno de los rincones más bellos del mundo.
De repente, grito:
– ¡Ya está! ¡Ahora lo entiendo!
La familia me mira inquieta.
– ¡Sí, la caja de cereales!
Y me explico:
– En ella la mamá Laura está diciendo dos frases y en cada una de ella presenta dos enunciados en tensión entre sí, casi contradictorios: dar a los niños lo que les gusta pero también pensar en su salud, el sabor de los cereales pero también que tengan todos los nutrientes. Por tanto, tesis, antítesis y ¡la síntesis es la marca de cereales! Seguir leyendo