CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 6:30-44, «La alimentación de los cinco mil»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 43, «Esperar confiados la salvación de nuestro Dios»
CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 6:30-44, «La alimentación de los cinco mil»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 43, «Esperar confiados la salvación de nuestro Dios»
CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 6:14-29, «La muerte de Juan del Bautista»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 43, «Sed del Dios vivo»
CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 6:7-13, «La misión según Jesucristo»
CULTO DE LA TARDE
Rut 4, «La redención de Rut y Noemí»
El feminismo radical o supremacista, propugnado agresivamente por las izquierdas y asumido dócilmente por las derechas, se ha convertido en uno de los rasgos dominantes de nuestro tiempo, por no decir el principal. Desde sus inicios contemporáneos, en los que reivindicaba la igualdad entre sexos por el derecho al voto, se ha llegado hasta la actual discriminación positiva a las mujeres en el trabajo o en estudios por el solo hecho de ser mujeres, es decir, en realidad, a la discriminación negativa de los varones por el solo hecho de serlo. Se ha visto recientemente un ejemplo bien elocuente de esto mismo: una universidad española ha decidido otorgar a las tesis doctorales presentadas por mujeres un punto extra, por la única razón de haber sido escritas por mujeres. De establecer por ley una teórica paridad en los centros de decisión, se está pasando, como resulta evidente por todas partes, a que sean las mujeres las que copen la mayoría de estos puestos, como ha pasado ya en ciertas carreras clave para la sociedad, como es la judicial.
Hoy en día se conoce todo este proceso como el “empoderamiento” de las mujeres, anglicismo proveniente del inglés empowering. Tal es su predominio, que el empoderamiento, a pesar de que no es más que un desdichado palabro más de la jerga feminista, es un término aceptado recientemente por la Real Academia de la Lengua, el cual en el contexto del feminismo puede significar tanto “fortalecer” o “hacer fuerte” como la “toma del poder” por parte las mujeres. Es decir, la dictadura del proletariado, pero en versión fémina. En sus expresiones más delirantes, se propugna, en público, como también se ha hecho recientemente en España, la castración selectiva de los niños varones al nacer, sin que por ello pase nada, pues todo se disculpa o se ve normal. Como tampoco parece ser digno de información para los medios los últimos casos de asesinatos, por parte de parejas de lesbianas, de sus propios hijos varones, como recientemente ha ocurrido con distintas parejas al otro lado del Atlántico. Todo esto, en un clima de agresividad creciente hacia el sexo masculino, que se puede percibir simplemente con dar un paseo haciendo atención a las pintadas en las paredes de cualquier ciudad española.
Ante todo esto, uno puede llegar a sorprenderse y hasta sentirse intimidado por el grado de exaltación feminista al que asistimos. Sin embargo, el feminismo, y su objetivo último, el empoderamiento o la toma del poder por las mujeres, no es nada nuevo en la historia de los hombres. Nada hay nuevo bajo el sol, como dice la Biblia. Y procesos como estos en la historia, al igual que cualquier otra plaga en el campo, llegan, se reproducen, incluso hasta el punto que van a acabar con todo, pero finalmente mueren. Porque ya no dan más de sí y porque tenían que hacerlo. Y pasan así a la historia por otro buen número de siglos.
El tema del empoderamiento o revuelta de los mujeres contra los hombres no es ninguna novedad en la humanidad. Lo encontramos en la mitología europea desde bien antiguo –el mito de las amazonas–, mitología que se vio también en parte reflejada en las tribus de mujeres guerreras en el tiempo de la Conquista de América. Pero este motivo se encuentra también particularmente reflejado en la ancestral leyenda eslava –checa o bohemia– de Vlasta y Sárka (y del desdichado personaje masculino, Ctirad), leyenda también conocida como La Guerra de las Mujeres (guerra contra los varones). A nosotros, esta historia nos resulta bastante desconocida. He aquí, pues, lo que dice la leyenda:
Justo hace diez años también hacía mucho calor, casi 40 grados en toda España, pero en un ambiente bastante más húmedo que el que hemos tenido en estos últimos días, al menos en el norte del país. La sensación era bastante sofocante. Durante aquellos días, yo pasaba los calores del incipiente verano enfrascado en la traducción de los sermones de Calvino en Efesios. Aquel año era el quinto centenario de su nacimiento y por todas partes abundaban conferencias de reformados celebrando la efemérides. Mi particular contribución a aquellas conmemoraciones se hizo, pues, desde casa, con la traducción de este libro con el que pensaba cubrir la reparación del tejado de mi viejo piso, reparación que ascendía a varios miles de euros.
Fue en estos días, pues, que vio la luz el blog que están ahora leyendo, “Westminster Hoy”. El subtítulo del blog eran toda una declaración de intenciones: “Una reforma bíblica, una iglesia confesional”. La primera entrada fue escrita y publicada el día 30 de junio, martes. Se trataba de un escueto texto de 171 palabras, dando la bienvenida a todos al blog y explicando el sentido de título y subtítulo.
Hoy, 1 de julio de 2009, comienza este nuevo blog, que tiene por título Westminster Hoy. Creo que éste puede ser un muy buen medio para dar a conocer la Reforma protestante del siglo XVI, y sobre todo promover una verdadera Reforma bíblica para el día de hoy. La Confesión de Fe de Westminster (creemos la culminación de los textos confesionales de la Reforma) puede ser la base sobre la cual la Iglesia de Jesucristo se reforme en la actualidad. Ése es nuestro ánimo, nuestro deseo, nuestra oración y a lo que tendemos con todas nuestras fuerzas.
Te animo a que vayas siguiendo este blog, y que no dejes de hacer tus aportaciones, que serán siempre bienvenidas. Por mi parte, no te oculto que para mí esto es algo en lo que quiero emplearme con ilusión. ¡Quién sabe lo que puede dar esto de sí!
Pues muy bien, seguimos en contacto. Pero no sin antes recordar el lema que va a guiar este blog durante toda su existencia:
SOLI DEO GLORIA
De esta manera, se proponía que la reforma bíblica de iglesia y sociedad se tenía que hacer sobre una base confesional concreta, y esta no debía ser otra los documentos de la Asamblea de Westminster, por ser ellos la máxima y más completa expresión de la ortodoxia reformada. Fue así como en los días siguientes se publicaron todos los documentos de Westminster, que en los años anteriores había revisado personalmente. Fueron también acompañados con las llamadas “Tres Formas de Unidad”: la Confesión Belga, el Catecismo de Heidelberg y los Cánones de Dort. (más…)