CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 3:7-19, «Jesucristo pone los fundamentos de la Iglesia»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 40, «Alabanza por ser librado de la muerte»
CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 3:7-19, «Jesucristo pone los fundamentos de la Iglesia»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 40, «Alabanza por ser librado de la muerte»
CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 3.1-6, «Endurecidos por la sanidad de Jesús»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 39, «Meditar en la brevedad de la vida»
Nació en el número 18 de la calle Mayor de Poza de la Sal, en la provincia de Burgos, el 14 de marzo de 1928, hijo de Samuel Rodríguez y Marcelina de la Fuente Ibáñez; tuvo una hermana menor, Mercedes. Su padre era notario de profesión, gran aficionado a la lectura y amante del castellano, por lo que en la casa se respiraba un ambiente intelectual. Debido a la guerra civil (1936-1939) y a que su padre no era partidario de una escolarización demasiado temprana, se ocupó él mismo de educar a sus hijos en casa, por lo que las incursiones de Félix en la naturaleza fueron continuas hasta los diez años, siendo marcado por una naturaleza virgen apenas hollada por el hombre.
Dos hechos son significativos para comprender doctrinalmente la circuncisión: primero, fue instituida antes del nacimiento de Isaac; segundo, en la revelación que la acompañaba sólo se hacía referencia a la segunda promesa, relativa a la numerosa posteridad. Estos dos hechos juntos muestran que la circuncisión tiene que ver con el proceso de propagación. No en el sentido de que el acto [de la propagación] sea en sí mismo pecaminoso, pues no hay rastro de esto en ninguna parte del Antiguo Testamento. No es el acto, sino el resultado, es decir, la naturaleza humana, lo que es impuro y tiene necesidad de purificación y recibir cualificación. Es por eso que la circuncisión no era aplicada, como entre los paganos, a los jóvenes ya crecidos, sino a los infantes en el octavo día. La naturaleza humana es impura y está descualificada desde su mismo origen. El pecado, por consiguiente, es un asunto de la raza y no sólo del individuo. Se tiene que insistir especialmente en la necesidad de cualificación bajo el Antiguo Testamento. En aquel tiempo, las promesas de Dios tuvieron una referencia próxima a lo temporal, a las cosas naturales. Se daba el peligro, así, de que se pudiera entender que la descendencia natural era poseedora de la gracia de Dios. La circuncisión enseña que la descendencia física de Abraham no es suficiente para hacer verdaderos israelitas. La impureza y la descualificación de la naturaleza deben ser quitadas. Hablando en un sentido dogmático, por tanto, la circuncisión representa la justificación y regeneración, más la santificación (Romanos 4:9-12; Colosenses 2:11-13).
Geerhardus Vos, Biblical Theology, (Edimburgo: Banner of Truth, 2012), p. 90.
CULTO DE LA MAÑANA
Marcos 2:13-18, «Arrancar espigas en Sábado»
CULTO DE LA TARDE
Salmo 38, «Arrepentimiento en la enfermedad»