Pero cuando Policarpo entró en el estadio le llegó una voz del cielo, diciendo: «Sé fuerte, Policarpo, y compórtate varonilmente». Y nadie vio al que hablaba, pero los que son de los nuestros que estaban presentes oyeron la voz. Y al final, cuando fue traído, hubo un gran tumulto, porque oyeron que habían capturado a Policarpo. Así pues, cuando lo presentaron delante del procónsul, este inquirió si él era el hombre. Y al confesar que lo era, intentó persuadirlo a que abjurara, diciendo: «Ten respeto a tu edad»; y otras cosas semejantes, como acostumbran decir: «Jura por el genio [o «fortuna»] de César; arrepiéntete y di: Fuera los ateos». Entonces Policarpo, con mirada grave, contempló toda la multitud de paganos impíos que había en el estadio, y les hizo señal con la mano; y gimiendo y mirando al cielo, dijo: «Fuera los ateos». Pero cuando el magistrado insistió y le dijo: «Jura, y te soltaré; insulta a Cristo», Policarpo dijo: «Ochenta y seis años lo he servido, y Él no me ha hecho mal alguno. ¿Cómo puedo ahora blasfemar de mi Rey que me ha salvado?»
Epístola de la Iglesia de Esmirna a la de Filomelio, § 9.
Una respuesta a “El Martirio (Testimonio Supremo) de Policarpo de Esmirna (año 155 d. C.)”
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