
El próximo domingo tenemos en España las elecciones municipales y autonómicas. Pero hubo un tiempo en España donde las elecciones no se hacían en domingo, Día del Señor. Las elecciones generales de 1977, las primeras de la Democracia, se celebraron un 15 de junio, miércoles. Las siguientes, el 28 de octubre de 1982, en jueves, en las que se alzó con el poder el partido socialista, poder que mantendría incólume durante los siguientes 14 años. Las elecciones generales de 1986, el 22 de junio, ya se harían en domingo, exponente más del “cambio” prometido por el partido socialista en la campaña anterior. A partir de entonces, invariablemente las elecciones se hacen en domingo en España.
Con el tiempo, nos hemos ido acostumbrando fatalmente a que las elecciones se hagan en domingo, sin plantearnos si siempre fue así o, sobre todo, si tiene que ser así. ¿Es el domingo (Día del Señor, como su nombre mismo indica) el día en el que se tienen que celebrar unas elecciones? ¿No es deshonrar públicamente al Señor que las autoridades pasen a considerar este día como uno más, o el día más apropiado para hacerlas porque la mayoría de la población no trabaja en él? En muchos países del mundo occidental las elecciones todavía se hacen entre semana (recientemente, las del Reino Unido se hicieron en jueves). ¿Por qué no se puede hacer así en España? ¿Es más democrático hacerlo en domingo que en jueves?
Dicho claramente, que se hagan las elecciones en domingo en España es un pecado instaurado por los gobernantes (uno más de tantos), en su día por el partido socialista, pero que nadie posteriormente ha querido modificar.
¿Tenemos que participar los cristianos en unas elecciones en domingo? Lo hemos venido haciendo por mucho tiempo, sin plantearnos si esto está bien delante del Señor. Pero si hacer las elecciones en domingo, por parte de las autoridades, es un pecado, el participar en ellas, invariablemente, no puede ser otra cosa que participar en este pecado.
Como decíamos, por largo tiempo los cristianos lo hemos venido haciendo, sin plantearnos si está bien, pero también sin decir a las autoridades que están pecando contra Dios y que, por consiguiente, no le están haciendo ningún bien a la nación profanando y haciendo profanar el Día del Señor. Los pastores, también, hemos fallado por largos años, no alertando de este pecado a los creyentes, o participando de las mismas elecciones, sin más. Hablo por mí mismo, en primera persona. Pero es hora de arrepentirnos de este pecado, hermanos.
Porque desecharon mis decretos, y no anduvieron en mis estatutos, y mis días de reposo profanaron (Ezequiel 20:16).
Si todos los creyentes dejasen de participar en las elecciones en domingo, si todas las iglesias protestantes clamasen por la celebración de las elecciones en otro día de la semana, todavía habría esperanza de que este pecado se pudiera corregir. Pero si nada de esto hacemos, lo que es seguro es que nada cambiará. Sea como fuere, los cristianos tenemos que decir con claridad, con nuestras palabras y actos, que el domingo es del Señor.