«James I murió en 1625 y dejó todos sus dominios británicos a su desafortunado hijo, Charles I, en un estado de efervescencia religiosa. Charles heredó de su madre la auto-suficiencia de los Tudor, y de su padre, el egoísmo ciego de los Estuardo, y mostró en sí mismo los vicios de ambos. Al principio, él cayó bajo la influencia de William Laud, y al final hizo a Laud Arzobispo de Canterbury, y de esta manera, Primado de toda Inglaterra.
James I, desde sus más tempranos tratos con el Parlamento inglés, dio a entender que el deber del Parlamento era ajustarse a su voluntad, y el Parlamento le dijo que los derechos de las personas representadas en él eran tan sagrados como los derechos del rey. Charles siguió la política de su padre, sólo que la llevó al punto de comenzar a actuar sin contar para nada con el Parlamento. El Arzobispo Laud era esencialmente un romanista, y con este autoritarismo por parte del rey en materia civil y con el de Laud en materia religiosa, la situación llegó rápidamente a una lucha por la supervivencia.
El pueblo que no pagaría los impuestos que el Parlamento no había votado. El Parlamento no votaría ninguna provisión para el rey hasta que este hubiera aceptado sus demandas. El rey insistió en que “las provisiones, primero, y las demandas, después». Todo el reino pasó a estar a la defensiva. Un Parlamento sería disuelto y otro elegido, hasta que en la lucha el pueblo se cansó del Episcopado y finalmente eligió al Parlamento Largo. Originalmente había en él una mayoría favorable al Presbiterianismo y en contra del Episcopado. El proyecto del Parlamento fue el de convocar una Asamblea en Westminster «para resolver el gobierno y la liturgia de la Iglesia de Inglaterra, y para vindicar y limpiar las doctrinas de dicha Iglesia de calumnias y falsas interpretaciones para que fuesen más agradables con la Palabra de Dios, y más aptas para obtener y conservar la paz de la Iglesia dentro del país y un mayor acuerdo con la Iglesia de Escocia y otras iglesias reformadas en el extranjero». Esta ordenanza se introdujo extensamente en el cuerpo de las actas de la Cámara de los Lores, 12 de junio de 1643.
Dos días antes de su inicio, el rey Carlos prohibió por decreto real que la Asamblea se celebrase bajo la ley. Él ya había revivido el «Libro de los Deportes» e indignó de otras maneras los sentimientos morales de su pueblo. Bajo la influencia de Laud, emprendió el restablecimiento el Episcopado en Escocia, y el 23 de julio de 1637, el arzobispo de St. Andrews y el obispo de Edimburgo celebraron una audiencia en la Iglesia de St. Giles para introducir la nueva liturgia. Cuando la famosa Jennie Geddes comenzó aquel día los disturbios, al lanzar su taburete contra el lector, Escocia ya había organizado su forma de gobierno de iglesia y estaba deseosa de un tener sistema común con Inglaterra.
El Parlamento Inglés había invitado a la Asamblea General de la Iglesia de Escocia a enviar delegados a esta Asamblea de Westminster y así llegaron comisionados de Escocia, a la cabeza de los cuales fue el notable Alexander Henderson. En esta Asamblea de Westminster, celebrada en desafío al rey, se reunieron así los principales representantes de los presbiterianos británicos. Se mantuvo una estrecha correspondencia con la Iglesia Reformada en el continente. Mientras el Parlamento Largo mantenía sus sesiones en su Cámara, esta Asamblea estaba en sesión en la Cámara Jerusalén de la Abadía de Westminster.
La primera reunión de la Asamblea de Westminster se celebró el sábado 1 de julio de 1643; su última reunión numerada se celebró el 22 de febrero de 1649, y está marcada como la «Sesión 1163″. El Parlamento eligió a ciento veinte ministros, diez lores y veinte diputados comunes para ser miembros de la Asamblea. De estos elegidos, muchos declinaron, pero a diferentes momentos hubo hasta noventa y seis miembros. Dos meses después de que su primera reunión, tomaron sus asientos los comisionados de Escocia, cuatro ministros y dos laicos, pero sin derecho a voto. El 6 de diciembre de 1648, el Parlamento fue purgado de sus miembros presbiterianos, dejándolo sólo con 140 miembros, y la constitución de Inglaterra fue prácticamente derrocada por Oliver Cromwell y su ejército. La Asamblea nunca fue oficialmente disuelta. Su poder se desvaneció con el del Parlamento, y así desapareció. La última reclamación de que celebrara una reunión de la Asamblea tuvo lugar el 25 de marzo 1652».
Geo. P. Hays, Presbyterians: A Popular Narrative of their Origin, Progress, Doctrines and Achievements (Nueva York: J.. Hill, 1892), pp. 49-51.