Decía el filósofo español Séneca que no es que no hacemos las cosas porque sean difíciles, sino que son difíciles porque no las hacemos. Esto es lo que viene a decir también la sabiduría popular con el proverbio: “Querer es poder”.
Normalmente se considera que los Samos de Ginebra son cantos muy difíciles, y por esta razón se declina su canto en la actualidad. Y, ciertamente, los Salmos de Ginebra tienen hoy una gran dificultad. Pero nosotros estamos absolutamente convencidos de que su dificultad no se encuentra en sus melodías o ritmos. La gran dificultad de los Salmos de Ginebra es, simplemente, decidirse a cantarlos.
No vamos a tratar hoy las razones más o menos profundas por las que se declina cantar los Salmos de Ginebra y se prefieren himnos y cantos de otra procedencia. Esto daría, sin duda, para otro artículo. En este quisiera animar más bien a cantar los Salmos de Ginebra, y para este fin, poder ofrecer algunas recomendaciones de tipo práctico.
No es tan difícil los Salmos de Ginebra como se dice. No son cantos imposibles en la actualidad. No son música anticuada o arcaica (y aun si lo fueran, daría igual, porque son cantos de una extraordinaria belleza). Hemos de dejar de pensar en términos de música moderna o música antigua en relación con los Salmos. Porque ellos forman parte, simplemente, de otra categoría de música: se trata de música sacra, es decir, de música consagrada para la adoración a Dios.
La gran dificultad de los Salmos, por tanto, es superar las barreras mentales que nos impiden familiarizarnos y cantarlos de manera asidua en la actualidad. Y sin la debida y necesaria motivación por nuestra parte, seguramente esto no vaya a poder ser, porque nuestro corazón siempre va a estar rechazando la tarea de empezar a aprenderlos. ¿De dónde, pues, nos puede venir la motivación para cantar los Salmos, y los de Ginebra en particular? Personalmente, daría tres fuentes de motivación.
Primeramente, de entender que el canto de los Salmos es una ordenanza de Dios para su adoración, y esto no sólo en el Antiguo Testamento, que es evidente, sino también en el Nuevo (Ef. 5:19; Col. 3:16). Las iglesias que no cantan Salmos están pasando por alto una ordenanza de Dios importante para el culto. Y si se objeta, que porqué cantarlos a través del Salterio Ginebrino, responderé que ciertamente se pueden cantar otros Salmos, pero que este Salterio es un instrumento para poder cantar todos los Salmos con todos sus versículos. Hay, ciertamente, versiones de los Salmos más actuales, pero, a día de hoy, no hay otro Salterio completo. ¿Por qué no aprovechar lo ya existente, para cantar los Salmos en el culto, como es la voluntad de Dios?
En segundo lugar, de entender que, si Dios premia la obediencia, también habrá bendiciones, y muchas, por cantar los Salmos.
1) El más evidente, aumentará el conocimiento bíblico de los creyentes. La gente en la iglesia, nosotros y nuestros mismos hijos, va a aprender y a memorizar el contenido del libro bíblico de los Salmos. Con el tiempo, podrán decir inmediatamente en qué Salmo se encuentra tal versículo. Es decir, que el conocimiento del libro de los Salmos aumentará de manera insospechada. Y esto, ya de por sí, es un beneficio enorme, ¿verdad?
2) Además, hay que tener en cuenta que, al ser los Salmos de Ginebra una versión métrica para cantar los Salmos de la Biblia, constituyen un medio de gracia por excelencia. El Señor lo puede usar no sólo para fortalecer la fe de los creyentes, sino también para abrir el corazón de los inconversos, y que de esta manera la Iglesia crezca y se fortalezca en la actualidad.
En este sentido, estamos empeñados en decir y proponer que el canto de los Salmos, y los de Ginebra en particular, puede ser un poderoso instrumento de Reforma en la actualidad. Lo puede ser porque ya lo fue en su día. Se puede afirmar que uno de los motores principales de la Reforma en el s. XVI fue, precisamente, los Salmos de Ginebra. ¿Por qué no puede ser igual hoy día? Pues tenemos el mismo Señor (Heb. 13:8), los mismos Salmos y, sin duda, la misma necesidad de Reforma. ¿Por qué no cantarlos con este fin?
3) El tener una espiritualidad bíblica es otro de los principales beneficios que el canto de los Salmos proporciona, tanto a creyentes como a la Iglesia. Las composiciones humanas, aun las mejores, pueden sobredimensionar algunas cosas de la vida con el Señor y pasar completamente por alto otras. Pueden incluso expresar verdades pero de manera inapropiada. El cantar composiciones humanas puede moldear, no sólo nuestro gusto estético sino, aun más, nuestra espiritualidad, en conformidad con la espiritualidad del que la compuso. Y hay muchos riesgos en esto. Todo ello está ausente en el canto de los Salmos. Si consideramos el libro de los Salmos como un patrón para nuestra espiritualidad y para la espiritualidad de la Iglesia, entonces hay que concluir que no hay nada más indicado para nosotros y para la Iglesia que el canto de los Salmos.
Por último, la tercera gran fuente de motivación de cantar el Salterio de Ginebra es conocer más de él, paso previo y condición necesaria para tener amor por él. Podemos comenzar por comprender su significado. En la serie del Pastor Sawtelle, acerca del “ethos marcial del culto reformado”, se puso de manifiesto lo que el Salterio representó en el tiempo de la Reforma. Ayer mismo publicábamos el enlace para poder conseguir “Los Psalmos de David” de Juan Enzinas (Juan le Quesne), Salterio que fue publicado en el año 1606. Pensemos un poco: no se suele reparar en ello, pero, ¡seguramente se trata del primer “himnario” protestante en español! Y si hubo Salterio, tuvo que haber creyentes que lo cantaran, y congregaciones. Por lo tanto, los Salmos de Ginebra lo tuvieron que cantar nuestros hermanos en exilio en los distintos países de Europa, en los siglos XVI y XVII (y de hecho, fue un exiliado su compositor). Pero no sólo eso. Es posible que durante esta época lo cantaran también clandestinamente, tanto en España y distintos lugares de América… No sabemos si esto es así, y si lo fue, por cuanto tiempo lo continuaron cantando. Tal vez lo continuaran a cantar durante decenas de años, para al final pasar del todo al olvido. Una vez más, no lo sabemos. Sólo Dios sabe. Pero, para mí, no encuentro mayor tributo a nuestros mártires y exiliados que cantar los mismos cantos que ellos compusieron y cantaron. No me mueve ningún ánimo de polémica al respecto, Dios lo sabe, pero no encuentro mejores cantos que aprender y que enseñar a mis hijos y a mi congregación. Y me gustaría que todos pudieran de igual modo comprobarlo.
En el siguiente artículo, daremos algunas indicaciones prácticas para cantar los Salmos de Ginebra en congregación.