He aquí un nuevo baileque puede causar sensación este verano. Proveniente de América, se llama el “Holy Ghost Hokey Pokey”. En principio, pertenece a la misma familia que aquellos otros de antaño, como el «Tiroliro» (de Radio Topolino Orquesta, por los años 80) o «Los pajaritos» (de María Jesús y su acordeón, misma época). Se trata de un baile participativo.
Como tal, su música es vulgar, simplona, repetitiva. Los movimientos del baile en cuestión van siendo indicados a cada momento por un líder o director. Tienden siempre a ser bastante tontos, como si de una parodia de un baile de verdad se tratara. Pero, más bien, es una forma de desinhibirse colectivamente, una especie de terapia de grupo. Nada de especial, pues, si tras el baile se da en alguien alguna liberación momentánea de ansiedad o depresión. Nada sobrenatural.
Por situar debidamente el espectáculo, diremos que el mismo parece vinculado al llamado «Morning Star Ministries», de uno de los así llamados «Profetas de Kansas City», Rick Joyner. Este grupo es uno de los puntales del movimiento neo-carismático (o tercera ola carismática, es decir, la de «Señales y Maravillas» y «la bendición de Toronto»), liderado principalmente por las Vineyard Churches.
Les invito, pues, a ver el video, haciendo atención a los siguientes hitos:
1- El estilo del líder: agresivo, en sus idas y venidas constantes, que le da un aire a los cantantes de rap.
2- La función del líder: claramente, la de “calentar” el ambiente con unos gritos que se superponen a la música de fondo (por ejemplo, el que da en el minuto 1:38).
3- Cumpliendo con esta función, el líder se sumerge entre el público (minuto 3:05 en adelante). Impone manos a la gente y habla en lenguas. Pero, he aquí, lo que dice (a saber el qué) le sale bastante parecido a aquel célebre grito de “Pedro Picapiedra” (sí, el “Yabadabadú”). Vamos, a mí me lo parece. Tal vez el subconsciente me juegue una mala pasada… o tal vez a él.
4- Los movimientos de cabeza del público. Curioso: en el minuto 6:9, el de la camiseta roja, estila unos movimientos de “heavy metal” que, veinticinco años atrás, serían impecables.
5- Los pelos al aire de la señora o señorita corista (minuto 5:40, por ejemplo). Anuncio televisivo puro.
6- De la misma manera, los “testimonios” (véase el de 6:15), que parecen sacados de cualquier “talk-show” en el que se permita la participación del público.
7- Por último, el momento estelar. Minuto 7:22. Es el turno para una chica. Es interesante ver las caras que pone el que sostiene el micro.
Minuto 7:53, el público comienza a gritar. La chica se emociona y comienza a chillar. El “líder” rapero a su vez da un grito de euforia, con lo cual la chica pierde completamente los papeles, y acaba presa de un arrebato de histeria.
No se pierdan, entonces, la cara de risa del que sostiene el micro, en el minuto 8:07. ¿Dirían, como yo, que es de burla?
Por último, un simple comentario:
Atribuir propiedades sanadoras a este baile es una burda superstición. Considerarlo una adoración a Dios, es una crasa idolatría. Nada hay de sobrenatural en él. Todo es una manipulación.
Bueno, pues esto (la tercera ola pentecostal, que sigue a las dos primeras) es por lo que buena parte del mundo evangélico en España y América del Sur se ha decantado, en vez de permanecer arraigados en la Biblia y en la Reforma… Ya va siendo hora de regresar, de desandar el camino andado en esta dirección, ¿no? Porque, ¿qué hay más allá de esto?
Que los Gobiernos en España, y en particular el actual, han procedido y proceden con una sagacidad artera y fino cálculo en la cuestión del aborto, es algo que a estas alturas ha de estar fuera de toda duda razonable, aunque también sea cierto que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Los tres supuestos abortistas de 1985 no fueron más que el primer paso para una implantación del aborto “libre” en nuestro país. Esto sí que ha sido una ley del aborto “a plazos”: primeramente se abrió la puerta al aborto –en teoría parcialmente– a la par que desde el poder se alentaba, ya en las escuelas, el carácter contestatario entre la juventud, y se propugnaba, televisión en mano, una verdadera revolución sexual en la población. Ambas cosas concebidas como medios para superar, en las costumbres del pueblo, el anterior régimen político. Todo ello no respondía más que a una estrategia ya diseñada y no podía sino producir lo que hemos visto en estos últimos veinticinco años: que la sociedad española de facto llegara a practicar masivamente el aborto llamado “libre”, es decir, sin ninguna traba ni restricción. Seguir leyendo
[El objetivo declarado de este blog es promover la Reforma bíblica sobre la base de las Confesiones de Fe reformadas. Así, en «feliz» contrapunto con ellas, compartimos ahora algunos documentos oficiales que todo miembro de la Iglesia papal está obligado a confesar y mantener]
Bula Unam Sanctam
Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y Santa Iglesia Católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente lo creemos y simplemente lo confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados, como quiera que el Esposo clama en los cantares: Seguir leyendo
La Reforma protestante no fue meramente una aventura personal de unos pocos actores a título personal. Ella tuvo su origen y su continuación en la iglesia ministerial, existiendo una profunda unidad orgánica entre la enseñanza de los Reformadores del siglo XVI (Lutero y Calvino, principalmente) y el pensamiento de la siguiente generación de teólogos, conocida como ortodoxia o escolástica reformada. Este pensamiento daría finalmente forma a las distintas confesiones de fe protestantes, de las que la Confesión de Westminster destaca por su extensión y precisión.
De este modo, durante todo este periodo que va desde los Reformadores a Westminster, la Teología de la Alianza –que ha sido y es uno de los principales distintivos de la teología reformada– sería continuamente profundizada hasta llegar a ser codificada y adquirir forma confesional durante la Asamblea de Westminster. Durante siglos, ella conocería una forma estable dentro del ámbito reformado internacional, aun en aquellos que no habían suscrito a los documentos de Westminster por tener sus propias confesiones de fe.
Sin embargo, durante el pasado siglo, esta Teología de la Alianza confesional ha sido ampliamente criticada, se ha convertido en objeto de numerosas tensiones e incluso ha sido objeto de distintos intentos fallidos de reformulación. La negación barthiana de la dualidad Ley-Evangelio ha sido determinante en este proceso de erosión, pero no ha sido el único factor. Las versiones presentadas por autores W. Heynes, Klaas Schilder, John Murray, Meredith Kline, o escuelas como la llamada “Visión Federal”, o aún las teologías de nuevo cuño acerca de Israel, se han sucedido unas a otras introduciendo una alta incertidumbre en torno a la doctrina clásica de la alianza.
Uno de los rasgos comunes a todos estos intentos de reformulación doctrinal es que se contempla la Alianza como una realidad exclusivamente histórica, disociada radicalmente o dividida del consejo o Pacto de la Redención eterno (pactum salutis). Por ello, creemos que puede ser de gran utilidad aproximarnos a uno de las primeras expresiones que en este sentido aparecieron dentro del mundo reformado. Ciertamente, Moyse Amyraut es conocido por su enseñanza en cuanto a la predestinación, conocida como universalismo hipotético. Generalmente, esta enseñanza sobre la predestinación es vista como una clara desviación de la enseñanza reformada.Sin embargo, esta enseñanza descansaba en una determinada doctrina de la alianza, que es lo que intentaremos exponer en este artículo.
Introducción
En uno de los libros más influyentes del siglo pasado acerca del desarrollo de la teología reformada, G.C. Armstrong consideraba la teología reformada francesa de la siguiente manera: « El calvinismo francés es único en el cuerpo del calvinismo internacional ». [1] Seguir leyendo
No nos salvamos nosotros a nosotros mismos. Es Dios quien lo hace por el Evangelio. Es bueno aclarar los conceptos bíblicos y nuestras ideas al respecto.
INTRODUCCIÓN: UNA REHABILITACIÓN PARA LA MODERNIDAD
“No podré nunca unirme a Calvino para invocar su Dios. De hecho, él fue un ateo, lo cual yo nunca podré ser; o más bien su religión fue el demonismo. Si alguien adoró a un Dios falso, fue él. El Ser descrito en los cinco puntos, no es el Dios a quien usted y yo reconocemos y adoramos, el Creador y benevolente Gobernador del mundo; sino un demonio y un espíritu maligno. Sería más perdonable no creer en absoluto en Dios, que blasfemarlo con los atroces atributos de Calvino”.
Estas palabras fueron pronunciadas, en 1823, por el que fuera el tercer Presidente de los Estados Unidos, y el principal redactor de la Declaración de Independencia americana, el unitario (anti-trinitario), deísta y filósofo liberal Thomas Jefferson. [1]
Calvino entró, pues, en la época de la Modernidad, de la mano de algunos de sus mayores artífices, ocupando literalmente el papel de diablo. De hecho, durante siglos el Reformador había sido largamente demonizado por sus tradicionales adversarios católicos-romanos y, en el bando protestante, arminianos. A ellos se sumaban entonces también los detractores provenientes de lo que ahora conocemos como liberalismo, tanto filosófico como teológico.
Desde que estas palabras de Jefferson fueron dichas, en estos últimos y escasos doscientos años, hemos venido asistiendo a una lenta y en buena medida sorprendente recuperación de la figura del reformador Juan Calvino. Bien paradójicamente, saliendo poco a poco de su ancestral demonización, Calvino goza ahora incluso de cierta reputación, siendo aun señalado como uno de los precursores de la liberal civilización de la Modernidad, de la que la formación de los Estados Unidos de América sería uno de sus mayores hitos. Convertido en abuelo lejano de este país de talla mayúscula, hoy por hoy resulta bastante menos impropio reclamarse de Calvino en público que doscientos años atrás.
Esta recuperación de Calvino se ha extendido, también, hasta el ámbito teológico. Ello ha sido sobretodo fruto de las tareas de eminentes plumas neo-liberales, de origen europeo pero que tuvieron durante el siglo XX una enorme repercusión en el protestantismo americano, como Philip Schaff o, sobretodo, Karl Barth. [2] Seguir leyendo
El Domingo de Pentecostés del año 1995 estuve en una iglesia evangélica “libre” de una importante ciudad del sur de Francia. Importante porque allí vivía mi futura novia, mi actual mujer. Era, creo, el último o uno de los últimos domingos en los que predicaba su pastor, quien pasaría a ocupar un alto cargo dentro del protestantismo francés. Para entendernos, en el mundo internacional, y en España también, las iglesias “libres” (aquí, la FIEIDE) por lo general no han sido arrastradas por las diversas olas de pentecostalismo surgidas en el siglo XX. Sin embargo, una cierta adaptación en cuanto a formas de culto sí que se ha producido. En aquella iglesia, pues, había, como era corriente entonces y aún más hoy día, un grupo de alabanza. En primer fila –sólo en la primera fila, curiosamente– jóvenes con brazos levantados y algunos incluso arrodillados, sin dejar, por ello, de levantar los brazos. De todos modos, recuerdo la predicación, ortodoxa y basada en Romanos 8, que probaba que la mayor señal de que se tiene el Espíritu Santo es la de estar en Cristo unido a Él por la fe. Más tarde supe que algunos de los arrodillados se marcharían a una iglesia pentecostal…
Tras las vacaciones de aquel verano, en el mes de septiembre –el mes de la vendimia en Francia– estaba otra vez por la ciudad de mi novia. Mi estancia allí era, esta vez, por motivos laborales. Sí, vamos, que estaba vendimiando. Pero un domingo de aquellos tuve la oportunidad de estar en la instalación del nuevo pastor. Esta vez no me acuerdo del texto de la predicación ni de su mensaje. Recuerdo, sí, su imagen, vestido de traje gris impecable, y sus palabras iniciales diciendo el respeto que le imponía predicar ante un auditorio en el que había algunos pastores jubilados, pues, en efecto, los había. En principio, como vemos, el nuevo pastor despuntaba maneras más bien discretas. Sin embargo, a las pocas semanas, al otro lado del teléfono, mi novia me hacía saber, no sin una cierta inquietud, que el pastor comenzaba a hacer cosas raras en el púlpito, como trucos de magia, mientras predicaba. Mi primera reacción fue decirle que no fuera más a aquella iglesia. Seguir leyendo
Romanos 1:16, «¿Avergonzado del Evangelio?» En estos versículos se encuentra el corazón de la carta a los Romanos. Nuestra actitud al Evangelio depende de comprender su gloria.