La Confesión de Fe de Casiodoro de Reina, ¿Una Confesión Reformada? (1)

El siglo XVI no fue la hora de la Reforma en España. Ello se debió a numerosos factores: el más conocido, el más citado, la obra de la Inquisición, pero más raramente se señalan factores políticos, como por ejemplo el Sacro Imperio Romano Germánico, entidad política que tendía a unificar la Europa cristiana y cuya cabeza nominal era, por primera vez, el monarca español. En efecto, la Reforma y el Imperio son realidades antagónicos: el principio de la Reforma, la soberanía de las naciones y de las Iglesias particulares, se opone al principio de hegemonía transnacional del Imperio y Roma.

Ya sea por la Inquisición o por el Imperio, la aportación española a la Reforma fue secundaria, por no decir marginal. En el interior de España, dos congregaciones protestantes, una en Valladolid y otra en Sevilla, serán descubiertas y fulminadas en los autos de fe de 1559. Como consecuencia, algunas decenas de refugiados españoles van a encontrarse lejos de su patria, en medio de un continente en plena agitación política y religiosa, en la época en la que las diferentes iglesias protestantes delimitarán sus fronteras, frente al catolicismo romano pero también entre ellas.

Entre estos refugiados, cabe destacar un grupo de monjes procedentes del monasterio jerónimo de San Isidro, en Sevilla. Estos monjes vivirán la experiencia brusca de la huida del país hacia el año 1557, antes de que la Inquisición se lance sobre los protestantes clandestinos en España. En pocos años, estos monjes pasarán directamente del monasterio al ministerio en las diferentes Iglesias de la Reforma. Desgraciadamente, estos personajes no han sido muy estudiados, aunque ciertamente pueden ofrecer unas perspectivas nuevas de ese inmenso movimiento histórico que fue la Reforma, aportando detalles de la misma que puedan ser significativos, algo así como una visión de su trastienda.

Además, como protestantes españoles, tenemos el interés añadido de comprender las razones del fracaso del protestantismo en el exilio. Aunque tal vez sea difícil de admitir, hay que hablar de fracaso, puesto que este protestantismo, hablando en términos generales, no consiguió perdurar ni hacer una aportación decisiva para las generaciones venideras. La única excepción, por supuesto, es la traducción de la Biblia al español, todavía hoy en vigor en nuestro país y en el mundo de habla hispana, la venerable Reina-Valera.

El traductor más importante de esta Biblia española fue, como sabemos, Casiodoro de Reina (¿1520?-1594). Sin embargo, existe otro aspecto de su obra extremadamente interesante y mucho menos conocido: La Confesión de fe cristiana, que a veces se conoce, sobretodo en Inglaterra, como la Confesión de fe española. Dar el título de española a esta confesión es sin duda exagerado, puesto que en España es prácticamente desconocida y en el extranjero, ignorada, a excepción de la ya citada Inglaterra, a quién debemos una publicación reciente.(1) Para abordar el estudio de este documento, un buen punto de partida es el ofrecido por uno de los mayores estudiosos de los protestantes españoles, curiosamente un inglés, el historiador Gordon Kinder, quien ha editado la publicación de la confesión de fe de Reina. Acerca de esta confesión, Kinder afirma que:

“Es posible definir nuestro documento como un documento que enfatiza las manifestaciones prácticas del cristianismo y la expresión bíblica más bien que las formulaciones teológicas, como un documento al cual su naturaleza ad hoc y la personalidad de su principal autor han conferido una forma extremadamente personal. Sin embargo, el equilibrio entre, por un lado, la fidelidad a las fuentes bíblicas y, por otro lado, a las formulaciones tradicionales, no era fácil, y así Reina a menudo estaba obligado a estar muy cerca de la heterodoxia protestante”(2)

Resumiendo a Kinder, la confesión de Reina es un documento 1) de carácter bíblico y práctico, 2) por su forma y contenido, muy personal, y 3) problemático desde el punto de vista doctrinal. Esta última característica es sin duda la más destacable de la obra. Podemos afirmar que Reina hace gala de una marcada ambigüedad doctrinal, una ambigüedad doctrinal que podría haber pasado inadvertida en nuestros días, pero que ciertamente la Reforma del siglo XVI no estaba ni preparada ni dispuesta a admitir. No es sorprendente constatar que, por todas estas razones, la confesión de Reina no haya podido convertirse en un documento doctrinal válido para la Iglesia. Más bien sucedió lo contrario: en su día generó una fuerte polémica y  con el tiempo, ha pasado al olvido.

Un estudio en detalle de la confesión confirmará estas afirmaciones y es el objetivo principal de esta conferencia. Pero dado que este documento está tan fuertemente marcado por su autor, es necesario comenzar considerando la figura de Casiodoro de Reina, tratando de discernir en su accidentada biografía los factores que se dejan ver en su obra.

2. Casiodoro de Reina

2.1 Los orígenes.

Para hablar de la vida de Reina, antes que nada hemos de avanzar que no tenemos precisamente una gran abundancia de fuentes que nos informen de su vida y eso hace que a ciencia cierta se sepa a ciencia cierta sobre sus orígenes. Con las debidas precauciones, pues, podemos barajar lo que se dice de Reina: que probablemente nació en 1520, que provenía de una familia de musulmanes convertidos y que había estudiado en la universidad de Salamanca, otros dicen que en la de Sevilla.

Lo que es absolutamente cierto es que, como es sabido por todos, Reina era monje en el monasterio de San Isidro de Sevilla, un convento “tocado” por el protestantismo, seguramente por las obras de Calvino. Es un hecho significativo que cuando el convento se pone en el punto de mira de la Inquisición, todos los monjes que huirán de España toman invariablemente el camino de Ginebra. Unos lo harán por el sur de Francia, otros por mar hasta los Países Bajos para remontar luego el valle del Rin. Nos podemos poner por un momento en la piel de estos monjes: de llevar una vida apacible de estudio y oración en el sur de España pasan de la noche a la mañana a encontrarse en medio de una Europa agitada, a marchar por unos caminos llenos de peligros –ladrones, espías de Felipe II o de la Inquisición–, condenados a vivir en el exilio hasta su muerte. Este heroísmo nuestros padres en la fe es, cuya memoria debería ser mantenida para siempre, nos recuerda una lección que nos cuesta recibir: que no se abre camino para la Palabra De Dios sin sufrimiento.

Casiodoro de Reina llega pues a Ginebra hacia el año 1557. La fecha es segura pero una vez más, la incertitud planea sobre el periodo de su estancia en la ciudad de Calvino. El parecer de los historiadores difiere. Según Hauben, Reina será el pastor de una minúscula congregación española en Ginebra.(3) Según van Lennep, Reina se integra en la iglesia protestante italiana de esta ciudad.(4) El punto de vista más reciente, y a nuestro parecer más creíble, es el de Kinder, quien afirma que Reina ciertamente se integró en la pequeña congregación española de Ginebra de la cual el pastor era Juan Pérez de Pineda.

A favor de esta hipótesis se encuentra el antagonismo que pronto se entablará entre Casiodoro de Reina y Juan Pérez de Pineda. Este último seguía las directrices oficiales de la Iglesia de Ginebra en lo que respecta a los anabaptistas. Reina rechaza el rigor contra otros protestantes y seguramente por ello persuadirá entonces a algunos miembros de la congregación española –entre otros, sus padres, sus hermanos y el prior del monasterio de Sevilla, Francisco Farias– a irse con él a Londres. A causa de este episodio, el pastor Juan Pérez llamará a Reina, tal vez con una cierta ironía, “el Moisés de los españoles”.

2.2 Reina en Londres.

La ascensión al trono de Elisabeth I, el 19 de enero de 1559, trae no solamente a los exiliados protestantes ingleses sino también a protestantes extranjeros. En Londres se abrían nuevas perspectivas para la Reforma bajo los auspicios de una reina que toma el título de gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra. Sin duda, Casiodoro de Reina buscaba el apoyo necesario para su proyecto de traducción completa al español, un proyecto al cual el ex-monje, en su penuria, se consagra desde el primer momento de su huida de España.

Una vez en Londres, Reina asiste a la Iglesia Reformada Francesa, pero al mismo tiempo empieza a hacer, con éxito, reuniones privadas en las casas, para reunir a todos los protestantes españoles que se encuentran dispersos en las otras congregaciones. Es así como comienza a pedir el reconocimiento de este conventículo como Iglesia Reformada Española, al mismo nivel que la Iglesia Francesa o la Holandesa. Por supuesto, Reina sería el pastor de esta Iglesia española.

Hay que decir que las otras Iglesias se opusieron a esta primera petición de Reina. La razón hay que buscarla en la vinculación automática que en aquella época se hacía entre los nombres de español y Miguel Servet. De hecho, la disputa con Servet estaba todavía relativamente reciente (ocurrió en 1553). Se podría aducir que las sospechas de las otras iglesias reformadas se trataba de un prejuicio anti-español, pero lo cierto es que Reina también había llamado la atención al consistorio francés, que comenzaba a considerarlo como un elemento doctrinalmente sospechoso.

De hecho, Reina mismo había expresado su rechazo al fin dado a su compatriota Servet. Además, también entró en contacto con dos excluidos de la Iglesia reformada: el holandés Adriaan Haemstede, quien como Reina se había manifestado contra la exclusión de los anabaptistas de las Iglesias reformadas, y el italiano Acontius, partidario del oponente de Calvino en Ginebra, Sebastian Castellio. Por último, en Inglaterra Reina podrá profundizar la lectura de los grandes teólogos reformados, Lutero, Calvino, Zwingli, pero también la de los hombres de la reforma radical, como Velsius, Schwenckfeld y Osiander. En definitiva, las dudas acerca de la ortodoxia del español encuentran un terreno abonado en el talante y actividades de Reina.

De los requisitos para que el conventículo español fuera reconocido como iglesia reformada, el principal era la redacción de la Confesión de Fe. Reina se encarga de esta tarea y la confesión de fe será así formalmente presentada el 21 de enero de 1560 – a veces ha habido problemas para precisar el año, ya que en Inglaterra, en aquella época, el Año Nuevo era el 25 de marzo. El resultado: ni el consistorio francés ni el holandés la encuentran aceptable como símbolo de fe reformada. Como veremos, el problema se encuentra en los artículos sobre la Trinidad y los sacramentos. Asimismo, los consistorios reformados precisan que el artículo sobre la autoridad civil necesita ser aclarado. El 11 de marzo, por lo tanto en vísperas del Año Nuevo, el consistorio francés se entera de que los holandeses han convocado a Reina. Curiosamente, la entrevista no gira en torno a la doctrina de la confesión sino al hecho de que se empezaba a notar la salida de miembros de las otras congregaciones hacia el conventículo español. Se trataba, pues, de una especie de llamada al orden a Reina, quien se excusa ante el consistorio holandés diciendo que estaba muy ocupado.

No parece que la confesión de fe haya sido en algún momento aceptada por las demás congregaciones reformadas de Londres, condición previa para que el grupo dirigido por Reina fuera reconocido como Iglesia. En el Diálogo de Poissy, celebrado e Francia durante este periodo (1560) y al que Reina asiste, la confesión será acusada por la Iglesia reformada francesa de cripto-luteranismo. Pero, a pesar del rechazo de los correligionarios, el grupo español empezará a funcionar como congregación independiente. Para ello, Reina se dirige directamente a la reina Elisabeth, solicitando un lugar de culto, quien finalmente concederá los locales de una capilla abandonada en la calle St Mary Axe – al parecer, todavía hoy existe esa calle, no así la capilla. Asimismo, Reina empieza a percibir una pensión real de 60 libras al año. Durante algunos años, habrá una congregación reformada española en Londres, que se llegará a reunir tres veces por semana.

Esta situación favorable no perdurará mucho tiempo. En primer lugar, Casiodoro de Reina se casa… lo que levantará contra él las iras de la reina Elisabeth, quien sentía un rechazo visceral hacia los clérigos casados puede que la pensión real le hubiera sido retirada. En segundo lugar, la Iglesia española en Londres y Reina mismo llaman, como no podía ser de otra manera, la atención del embajador español en Londres, Álvaro de la Cuadra. Se intuye fácilmente la intención con la que el rey de España, Felipe II, pide por carta al embajador que consiga que Reina salga de Inglaterra. De esta manera, en otoño de 1563 estalla un gravísimo escándalo: Reina es acusado, seguramente por agentes provocadores españoles, por faltas morales que van desde la sodomía hasta el adulterio, y también por herejía. El obispo de Londres, Grindal, amigo de Reina, abre entonces una investigación y la confesión de fe tendrá que ser estudiada en detalle. Un detalle, para nosotros, inquietante: las acusaciones sobre los diversos artículos de la congregación fueron presentadas por miembros de la congregación.

Frente a estos ataques, la reacción de Reina es totalmente inesperada: súbitamente abandona Inglaterra, con su mujer incluso disfrazada de marinero. ¿Se trata de cobardía? ¿O de la convicción de no tener un juicio justo, después de haber contrariado a la misma reina de Inglaterra? ¿O más bien Reina vislumbra la posibilidad de continuar tranquilamente la traducción de la Biblia en uno de los castillos del reino de Navarra, como otro ex-monje de Sevilla, bien conocido en Inglaterra, Antonio Corro, pastor reformado en el Béarn, parece sugerirle? Seguramente que no se tenga que elegir: en ese trance, todas estas razones estarían presentes al mismo tiempo en el espíritu de Reina. En todo caso, como consecuencia de su salida, la Iglesia Reformada Española desaparecerá definitivamente. Algunos miembros se integran en la congregación italiana, otros en la francesa.(5)

2.3 Evolución posterior

Reina comienza entonces un largo peregrinaje a través del continente. En un primer momento, aparece en Amberes, pero abandonará la ciudad ya que las autoridades españoles ponen un precio por su cabeza. Se instala posteriormente en Francfort, donde permanecerá la mayor parte del resto de su vida. Reina continúa allí la traducción de la Biblia, pero a veces tiene que trabajar: como obrero, luego como profesor para ricas familias judías, y finalmente se convertirá en un próspero comerciante de seda.

En todo caso, Reina jamás renunciará a ejercer un ministerio eclesiástico. En 1565, el consistorio reformado de Estrasburgo le ofrece el cargo de pastor. Reina parece interesado en seguir los pasos del reformador Martin Bucer, pero encuentra allí oposiciones importantes. Tres teólogos presentan un testimonio formal en contra de su ministerio, entre ellos, Gaspar Oleviano, uno de los redactores del Catecismo de Heidelberg. Oleviano manifiesta dudas acerca de las opiniones de Reina acerca de la ascensión del Señor, su lugar a la derecha de Dios Padre y la eucaristía, tres temas que en teología sistemática están íntimamente relacionados. Contrariamente a las ambigüedades de Reina expresadas en la confesión de Londres, Oleviano tenía una opinión clarísima con respecto a estos temas, como se puede comprobar al leer las preguntas número 48 y 78 del Catecismo de Heidelberg.

Por consiguiente, Reina deba explicar sus posiciones teológicas en una carta dirigida a la congregación. Haciendo gala de una gran habilidad, Reina consigue presentar las diferentes posiciones sobre estos temas entre los reformadores, y sirviéndose de Bucer, contesta las enseñanzas de Oleviano. Reina todavía necesitará escribir una segunda carta para dar explicaciones suplementarias. A pesar de que convence al consistorio de Estrasburgo, su éxito no es completo, ya que en el camino de su defensa se granjea enemistades importantes: sus explicaciones conducen al sucesor de Calvino en Ginebra, Teodoro de Beza, a la conclusión de que, en el fondo, Reina era un luterano… mientras que Oleviano no olvidará jamás que Reina haya citado a Bucer contra él.

Finalmente, es Reina mismo quien no acepta el cargo de pastor en Estrasburgo. Por aquel entonces, Reina se encontraba en un momento muy importante de su vida, puesto que estaba a punto de publicar su traducción de la Biblia. Es así como en 1559, tras once años de trabajo, la Biblia española, conocida como la Biblia del Oso, ve la luz en la ciudad de Basilea. En 1570, se publican 2600 ejemplares y, en 1573, Reina ofrece un ejemplar a la Biblioteca de Francfort, donde residía.

Allí continuará en un tranquilo retiro de la vida pública hasta 1578, siendo admitido, a pesar del disgusto de Teodoro de Beza, como miembro de la congregación reformada Valona. Asimismo, las autoridades luteranas de la ciudad le conceden asimismo la ciudadanía honoraria – Reina, por su parte, no abandonará nunca su nacionalidad española. En 1577, Reina recibe otra oferta de ministerio reformado en Polonia, pero renuncia, ya sea por la edad, salud u otra causa… En todo caso, un año después, en 1578, Reina será invitado por la congregación valona de la ciudad de Amberes para ser su pastor. Por fin, Reina acepta el cargo. Solo un pequeño detalle de importancia: ¡la congregación era luterana!

Antes de tomar el cargo de pastor, Reina debía reparar el escándalo que quince años antes había provocado su huida de Londres. La necesidad de hacerlo es evidente: todo pastor debe tener una buena reputación. La comisión que años antes había tratado las denuncias contra Reina se reúne de nuevo y rápidamente le declara inocente de todas las acusaciones morales y, poco tiempo después, en marzo 1579, también de las acusaciones doctrinales – a excepción de algunas inconsistencias encontradas en relación con el bautismo de niños. Su reputación como biblista, así como la torpe actividad del embajador español en contra suyo, ciertamente le fue de ayuda.

Durante el proceso, Reina quiso clarificar su posición en el tema más polémico entre luteranos y reformados, la Santa Cena. Es así como en el 19 de marzo de 1579, Reina escribe sus Cinco artículos de fe. Otra vez se pone de manifiesto la gran habilidad de Reina, puesto que con esta obra consigue convencer a las Iglesias reformadas valonas de Amberes y de Francfort, las cuales aceptan totalmente las resoluciones de al comisión Grindal, el viejo amigo de Reina, quién es ahora el arzobispo de Canterbury. Sin embargo, el consistorio francés de Londres y, tras él, Beza mismo permanecen inamovibles en su rechazo de las resoluciones y de la persona de Reina.  Esta posición intransigente –o firme, según se mire– contribuyó, según Hauben, a la pérdida de influencia de la corriente calvinista ortodoxa en la Iglesia de Inglaterra a finales del siglo XVI.(6)

En definitiva, Reina será el pastor de la Iglesia luterana francófona de Amberes desde 1579 hasta 1585, fecha de la conquista de la ciudad por los ejércitos españoles del Duque de Parma. Una vez más, debemos destacar la habilidad de Reina durante este periodo para dirigir su congregación luterana en medio de una región reformada y en guerra contra los españoles. Reina consigue aproximarse a la fe dominante y ganarse la protección de los poderes civiles. Tras la toma de Amberes, Reina se exilia con la mayor parte de su congregación en Francfort. Dejará por un tiempo el ministerio, pero, por las insistencias  de muchos ciudadanos, en 1593 será el nuevo co-pastor de esta Iglesia, que tendrá un francés, Antoine Serray de Montbéliard, como pastor oficial. Reina continuará en el ministerio hasta su muerte, el 15 de marzo de 1594. Su hijo, Marcos Casiodoro de Reina, será el pastor de esta misma congregación hasta 1625.

III. Conclusión

Casiodoro de Reina, un personaje absolutamente asombroso, a veces enigmático. Una vida llena de aventuras y, en el terreno eclesiástico, dividido entre dos Iglesias, la reformada y la luterana. Un exiliado de la iglesia católico-romana y un protestante que no encuentra su lugar, a pesar de que consiga ser un respetado prohombre y un biblista de talla. Sus principios son los de un calvinista no muy rígido  –¿o tal vez debería decirse no muy convencido?– por lo que la distancia con la ortodoxia reformada no cesará de aumentar, hasta que la abandone definitivamente. Fue, en definitiva, un pastor a caballo entre entre dos sistemas teológicos y dos iglesias, por lo que pagó el precio durante toda su vida: por su unión al luteranismo, Reina será objeto de temor y desprecio por parte de los reformados, pero a su vez, a causa de su ambigüedad, también será sospechoso de cripto calvinismo ante los luteranos ortodoxos, algunos incluso de su misma congregación. Esta ambigüedad doctrinal se manifestará de manera evidente en su confesión de fe.

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(1) Kinder, A.G., ed. Confession de Fe Christiana The Spanish Protestant Confession of Faith (Londres 1560/1561), Coll. Exeter Hispanic Texts XLVI (Exeter: University of Exeter, 1988).

(2) Ibid., p. xx.

(3) HAUBEN, P.J., Del monasterio al ministerio. Tres herejes españoles y la Reforma, Madrid: Editora Nacional, 1978), p. 137

(4) VAN LENNEP, M.K., La historia de la Reforma en España en el siglo XVI, (Grand Rapids: Subcomisión de Literatura Cristiana, 1984), p. 220.

(5) En cuanto a Antonio Corro, acabó siendo pastor anglicano e incluso profesor en Oxford, pero, al parecer, tenía un carácter imposible. Se enemistó con la Iglesia reformada en parte porque el consistorio francés en Londres retuvo su correspondencia personal con Reina, para poder utilizarla como prueba. Este escándalo es conocido como la carta teobonesa.

(6) HAUBEN, P.J., op.cit.¸p. 155.



24 respuestas a “La Confesión de Fe de Casiodoro de Reina, ¿Una Confesión Reformada? (1)”

  1. ES muy interesante la aportacion que se hace sobre la vida y obra de ese hombre comprometido con un deseo vivo, el de que la Sagrada escritura pudiera ser leida en lengua vernacula.
    Por otra parte quisiera solicitar si se me permite cierta informacion
    1.-En que año ingresó Casiodoro al monasterio jeronimo
    2.-Hubo de parte de la iglesia romana una excomunion para Casiodoro, es de creerse que si, cuando fue quemado en efigie, pero en todas las biografias que he leido de él nada se dice al respecto, espero me puedan ayudar.
    gracias
    quedo en espera d su amable respuesta

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  2. Muchas gracias por su comentario y me alegra saber que el artículo ha sido de su agrado.

    En cuanto a las preguntas que me hace diría que, por una parte, la fecha del ingreso de Reina en el monasterio es un dato de su vida que, por lo que sé, es desconocido. Los orígenes de Reina son bastante borrosos, pues incluso el año de nacimiento siempre se dice de manera aproximada y hay distintas opiniones acerca de su lugar de nacimiento. No es de extrañar, entonces, que este dato de su ingreso en el monasterio se haya perdido.

    En cuanto a la segunda pregunta, me aventuro a decir que, puesto que fue quemado en efigie, casi con total seguridad Casiodoro de Reina tuvo que ser excomulgado.

    Saludos cordiales,
    Jorge Ruiz

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  3. Sabe usted, he leido los comentarios, y la pregunta sobre la excomunion ¿si la hubo? sobre Casiodoro me parece muy importante, porque hay quienes aseguran que la traduccion Reina-Valera es obra de sacerdotes catolicos, y creo que ese documento pondría fin a esta dsiputa, aunque es de suponer que un sujeto que es quemado en la hoguera en efigie o no, estaba mas que considerado fuera del seno de esta Iglesia, no obstante sería bueno contar con una copia de la susodicha excomunion.

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  4. Hola Juan,

    Estoy de acuerdo que sería muy bueno contar con el documento de la excomunión y supongo que en algún archivo debe de estar. A ver si los historiadores, evangélicos o no, nos hacen este servicio y nos lo dan a conocer.

    De todos modos, me sigue pareciendo difícil argumentar que, sobre la falta de este documento, Reina era todavía sacerdote católico y que por lo tanto es una traducción católico-romana. Reina fue quemado en efigie, cuando hizo la traducción estaba en exilio y acabó siendo pastor en la iglesia evangélica (luterana). Además, la traducción es la Biblia protestante hispana por excelencia. Los que argumentan que la Reina-Valera es obra de sacerdotes católicos intentan rebatir estos hechos a base de tecnicismos. Aunque, si se quiere, también se puede seguir argumentando, sobre la misma base, que nunca ha existido ningún protestantismo en España. ¿Qué creyente evangélico tiene el acta de excomunión en casa?

    Saludos cordiales,
    Jorge Ruiz

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  5. Avatar de Constantino Bada Prendes de La Granda
    Constantino Bada Prendes de La Granda

    Excelente y ameno resumen, que se aparta de los tradicionales plagios que uno puede leer en tantas webs, y cuyos datos veo están tomados de la Biblioteca Wiffeniana de Boehmer y de Anthony Gordon Kinder.
    Para la bibliografía sobre los datos biográficos de Casiodoro de Reina, son estos dos autores mencionados los básicos a consultar. Para la historia de la edición es imprescindible la tesis doctoral de Carlos Gilly.

    En el futuro inmediato espero que la tesis doctoral que estoy llevando a cabo en la UPSA (Universidad Pontificia de Salamanca), «La Biblia del Oso», la primera traducción impresa completa de la Biblia al castellano, por Casiodoro de Reina, en 1569, (de la mano del Doctor D. José Manuel Sánchez Caro, su director), sea referencia que ayude a clarificar algunos de los puntos oscuros en torno a esta magnífica traducción.

    Algunas pequeñas aportaciones:
    No sabemos la fecha de ingreso de Casiodoro en San Isidoro, pero hubo de ser después de sus estudios universitarios, ya que los Jerónimos de la estricta observancia no solían permitir actividades extramuros. Si fechamos su nacimiento en 1520, hasta los 16 o 17 años (luego en 1536/37) no ingresaría en la Institución universitaria, probablemente en el Colegio de Santa María de Jesús fundado por Santaella en Sevilla, de acuerdo con los estatutos de los Colegios de la época (cuyo modelo era el Colegio de los españoles de Bolonia). «Manteista» o becario en este Colegio-Universidad hispalense, Casiodoro permanecería 7 u ocho años (puede que menos) si realizó los estudios completos como así parece («homo in litteras educatus» como él mismo se define, hecho atestiguado por su matrícula directa en la Universidad de Basilea, sin necesidad de hacer estudios previos). No tenemos datos concretos sobre el alumnado del Colegio de Santa María de Jesús porque hay un vacío documental que justamente comprende esos años. Reina Ingresaría en el monasterio con unos 24 años, más o menos.
    Casiodoro era un monje hispalense católico, luego calvinista (parece que no muy convencido) y después luterano. Lo persiguieron los católicos, lo maltrataron los calvinistas y lo tuvieron siempre bajo sospecha los luteranos.
    Su traducción original es la publicada en Basilea en 1569 («La Biblia del Oso»). Lo que hizo Valera en 1602, en Amsterdam, fue un «corta y pega» aquí y allá y un cambio en el orden de los libros bíblicos para adaptar esta maravillosa Biblia al gusto protestante y convertirla así en «la Biblia del Cántaro».
    La historia de esta Biblia y de su gestación, ciertamente apasionante, sin embargo es casi totalmente desconocida en el ámbito católico.
    En la truculencia del episodio hispalense, contexto inmediato del traductor de esta Biblia no faltan los elementos propios de un enorme drama que habríamos de tildar de apasionante, si no fuera porque conocemos muy bien cuáles fueron los sangrientos tintes de su desenlace. Casi como en una novela gótica al uso, nos salen al paso monjes conspiradores – uno albino para más señas – el “Maestro Blanco”; nos topamos con luteranos “por amor”, como el Licenciado Cristóbal de Losada, médico de la Marquesa de Villanueva y yerno de un clérigo de moral más bien “distraída” que talmente luterana, Juan de Cantillana, que ejercía de sacristán en la catedral hispalense e incluso un presbítero ciego, Gaspar Ortiz, que completa este panorama cuasi-novelesco.
    Me declaro, desde mi sentir católico, y casi a modo de póstumo desagravio, agradecido y eterno deudor de Casiodoro de Reina, por el regalo de esta luminosa Biblia del Oso, cuya traducción fue tejida, sin embargo, a la mortecina luz de tan lúgubre y malhadado contexto.

    Cordiales y fraternos saludos,

    Constantino Bada Prendes de La Granda,
    profesor de Sagrada Escritura y Teología Bíblica.

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  6. Le agradezco mucho este bien documentado comentario, que nos ayuda a completar algunas lagunas de la biografía de Casiodoro de Reina, pues viene a responder algunas preguntas que los lectores hacen acerca él.

    Le deseo también una buena finalización de tesis y que ella pueda ser un instrumento que ponga debidamente en valor la Palabra de Dios transmitida por Reina.

    Saludos cordiales,
    Jorge Ruiz

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  7. !Hermano !gracias por sus edificantes aportes históricos!!

    Soli Deo Gloria!!!

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  8. Sin duda, entonces, la gloría siempre EST DEL REY de la gloria. El que hace que tarros hablen cuando el miedo hace callar; El que hace un vaso para honra y otro para deshonra y no hay quien le pueda decir ¿qué haces?…El que hace que haya varones caídos pero con ojos abiertos que hablen la verdad absoluta aun cuando no puedan amarla… El que hace que alguien pueda traducir con lucidés y exactitud de los originales, pero que dure toda su vida peleando consigo mismo por no poder creer la verdad que salta a los ojos como evidente…EL es DIOS, el Dios de las Escrituras. El que jamás compartirá Su Gloria con nadie, ni siquiera con un escriba como Reina, a quien tenemos los reformados en alta estima por su trabajo, pero de lo que hoy, una vez más, se nos recuerda que tan solo somos siervos inútiles, que no merecemos nada por nuestro trabajo, sino por el dador del trabajo, por El que Salva, a Quien pertenece la salvación, esto es, a nuestro Dios, y al Cordero.

    Muy edificante trabajo, al recordarnos que es necesario ocuparnos de la doctrina con temor y temblor.
    ECLESSIA REFORMADA SEMPER REFORMANDA EST.

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  9. Gracias hermano por su aportación. Es necesaria información que pueda ser contrastada y así equilibrar, alcanzando con ello un criterio que haga justicia a nuestros antecesores en la fe y valoremos la mano de Dios en nuestra hisrtoria. Dios también visitó España con su Palabra. Por cierto, necesitaría el texto de la «Confesión de la Fe Cristiana» de Reina…¿podría informarme dónde conseguirlo?. No lo consigo por internet de momento. Un saludo fraternal hermano Jorge.PAZ

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    1. PRESENTACIÓN.
      De los hermanos españoles, que huyendo de las abominaciones del papado, se recogen a la Iglesia del Señor Jesucristo, congregada en Londres en nombre del mismo Señor: gracia y paz de Dios, único Redentor nuestro.
      Después de habernos el Señor, por su sola misericordia, hecho este tan gran bien de darnos oídos con que oyésemos su voz para que, metidos en el número de su pequeña manada, le siguiésemos como a único Pastor nuestro, ninguna cosa hemos deseado más en esta vida, que hallarnos en la compañía de aquellos a quienes hubiese hecho la misma merced. No porque entendamos que la Iglesia del Señor y la afluencia de bienes del cielo que por él le son comunicados, esté ligada a ciertos lugares, tiempos o personas. Pues sabemos, enseñados por su Palabra, que donde sea que él la quiera juntar, allí le envía su bendición y la lluvia de sus
      largas misericordias. Por esta causa dejamos nuestra patria, y las comodidades de vivir, tales cuales eran las que en ella teníamos, de nuestra libre voluntad; antes que el mundo, como lo tiene por costumbre, o alguna otra necesidad temporal nos empujase a dejarlas, teniendo por suerte dichosísima, si algún día el Señor nos hiciese tal merced sobre las demás, de que corporalmente nos juntásemos con tan santa compañía, para participar así de sus trabajos y aflicciones, como de los dones que el Señor le hubiese comunicado, y que ella participase de los nuestros.
      En tanto pues, hermanos muy amados en el Señor, que vuestra compañía creemos ser la que nosotros buscamos, esto es: la Iglesia del Señor Jesucristo, os declaramos este nuestro deseo de celebrar con vosotros la comunión de los santos, no solamente en cuanto al sagrado símbolo de ella, que es la Cena del Señor, sino también en cuanto a su significado para nosotros, pues ha placido al Padre celestial darnos un mismo Espíritu, y unos mismos deseos de su gloria, llamarnos a una misma heredad celestial, marcarnos con unas mismas marcas de amor y de la cruz del Señor Jesús y, finalmente, ser él nuestro común Padre.
      Y para que más os conste, en lo que toca a nuestra parte, os damos esta Confesión de Fe. Por la que podréis conocer lo que creemos, y qué género de doctrina profesamos; confiando en la sinceridad cristiana y en la caridad que el Señor os habrá dado para con vuestros hermanos, que la recibiréis e interpretaréis con todo candor de ánimo, con el mismo que nosotros os la ofrecemos.
      Oramos al Señor con todo afecto, que nos de un mismo sentir y querer en sí, para que en su Iglesia, donde en su nombre se profesa suma concordia, no sea hallada división. Amén.
      …………………..
      Capítulo 1
      De Dios.
      1. Primeramente creemos y confesamos haber un solo Dios de naturaleza Espiritual, Eterno, Infinito, de infinita potencia, sabiduría, y bondad, justo, aborrecedor y riguroso castigador del pecado. Misericordioso y benigno más de lo que se puede declarar por palabra, para todos los que lo aman y obedecen a sus mandamientos. 2. Creemos asimismo que en esta divina y espiritual naturaleza hay Padre, el cual es principio y fuente, así de la divinidad como de todo lo que en el cielo y en la tierra tiene ser, al cual llamamos por este nombre de Padre, especialmente por se Padre de Jesús el Cristo, su Eterna Palabra, Primogénito y único hijo suyo; y por causa de ser el Padre también de todos los fieles que con fe verdadera y viva le conocen y creen, y con vida limpia y piadosa le confiesan. Hay Hijo, el cual (como está dicho) es Jesús el Cristo, retrato natural e imagen expresa de la persona del Padre, primogénito ante toda criatura, cabeza de toda la Iglesia. Hay Espíritu Santo, el cual es la fuerza y eficacia de la divinidad, que se muestra generalmente en todas las obras de Dios; y más claramente en el gobierno de toda la Iglesia de Jesucristo, y especialmente se siente en los corazones de los piadosos regenerados por él, y se manifiesta y declara por sus palabras y obras.
      3. Creemos hallarse estas tres personas en una misma sustancia, naturaleza y esencia de un Dios, de tal manera distintas, que el Padre no sea Hijo ni Espíritu Santo; ni el Hijo sea el Padre ni el Espíritu Santo; ni el Espíritu Santo sea el Padre ni el Hijo. Esto sin derogar a la unidad y simplicidad de un solo Dios, por no haber en todas tres Personas más que un ser divino simplicísimo, según que la hallamos habérsenos declarado el mismo Dios en su santa Palabra, por la cual enseñados, lo conocemos, adoramos y confesamos así. 4. Y aunque entendamos que todo hombre se debe conformar con las maneras de hablar de que Dios en ella usa, mayormente en la manifestación de misterios semejantes a éste, donde la razón humana ni alcanza ni puede, sin embargo, por conformarnos con toda la Iglesia de los píos, admitimos los nombres de Trinidad y de Persona, de los cuales los Padres de la Iglesia antigua usaron, usurpándolos no sin gran necesidad para declarar lo que sentían contra los errores y herejías de sus tiempos acerca de este artículo. 5. Por esta confesión protestamos que somos miembros de la Iglesia Católica, y que ningún comercio tenemos con ninguna secta o herejía antigua ni moderna que, o niegue la distinción de las Personas en la unidad de la divina naturaleza, o confunda las propiedades y oficios de cada una de ellas; o quite a Jesús el Cristo, o al Espíritu Santo, el ser y dignidad de Dios, poniéndolos en el orden de las criaturas.
      Capítulo 2
      De la Creación de las cosas: de la Presidencia de Dios en todo lo creado, y del fin principal que pretendió y pretende.
      1. Creemos asimismo, que siendo Dios de su propia naturaleza invisible, inaprehensible e inefable, a fin de comunicarse y manifestar los tesoros de su potencia, bondad y sabiduría de su ser divino al hombre que después había de crear con la potencia de su Palabra, que es el Cristo, creó de nada los cielos y la tierra, y todo lo que en ella hay, así visible como invisible, para que poniendo el hombre los ojos en esta tan admirable obra de su Dios, viniese en conocimiento de su Creador y de sus condiciones; y por este conocimiento inclinado a amarle, reverenciarle, temerle, adorarle, y perpetuamente obedecerle de todo corazón, gozándose de una vida de entero y lleno contentamiento en la comunión familiar de su hacedor, durante el tiempo que su Providencia ordenase que viviese en este bajo mundo. 2. También creemos que con la misma potencia de su Palabra, con la cual al principio dio ser a todas las cosas, todo lo mantiene y sustenta en el ser que tiene con la Providencia de su sabiduría; lo gobierna, rige y pone en admirable concierto, de tal manera que sin su voluntad ninguna cosa se haga ni pueda hacerse en el universo, haciendo con su infinito poder y sabiduría que todo sirva a su gloria, y a la utilidad de los suyos.
      Capítulo 3
      De la Creación del hombre y de su perfección, es decir, su justicia original.
      1. Creemos asimismo que después de haber Dios creado el mundo y todo lo que hay en él, creó al hombre, inmortal, justo, bueno, sabio, benigno, misericordioso, santo,
      amador de la verdad y, en fin, de tal manera que con los dones que lo dotó pudiese ser en el mundo una imagen y viva representación del que lo creó, en la cual, como en principal obra de sus manos, hecha para este solo fin de ser por ella conocido y glorificado, resplandeciese su bondad, santidad, verdad, sabiduría, misericordia y limpieza; y como criatura tan excelente, fuese colocado en el supremo grado de honra que todas las otras criaturas corporales, constituido por la mano de su Creador por superior y señor de todas; para que por todas partes quedase obligado a la reverencia, obediencia, temor y amor de su Hacedor, y al perpetuo agradecimiento de tan grandes beneficios. 2. Esta tan dichosa condición la llamamos Justicia Original, porque de tal manera residió en el primer hombre, que de él se comunicara a todos sus descendientes.
      Capítulo 4
      De la caída del hombre. De la facultad del arbitrio humano antes y después del pecado original, de las penas y de la causa del mal.
      1. Confesamos que habiendo el hombre recibido de la mano de Dios en la creación, fuerzas de sabiduría y entereza de voluntad, con las que poder conocer, amar y servir a su Creador, permaneciendo en su obediencia (que es lo que comúnmente se llama libre albedrío), así también recibió la Ley, en obediencia de la cual ejercitase estos admirables dones; la cual quebrantando de su libre voluntad, justamente fue despojado de la imagen de Dios, y de todos los bienes que le hacían semejante a él. Y de sabio, bueno, justo, verdadero, misericordioso y santo, fue vuelto ignorante, maligno, impío, mentiroso y cruel, vestido de la imagen y semejanza del demonio, a quien se allegó apartándose de Dios, privado de aquella santa libertad en que fue creado, hecho esclavo y siervo del pecado y del demonio. 2. Esta corrupción de la naturaleza humana (que al estar entonces depositada en el primer hombre, fue toda corrompida) la llamamos pecado original, por ser falta que desde el primer hombre desciende, como de mano en mano, de padres a hijos, propagándose con la misma naturaleza en todos sin poder faltar. 3. Con la misma Justicia confesamos haber incurrido en la pena de la muerte, que en la misma Ley fue impuesta si se traspasase, en todas las demás calamidades que en el mundo se ven, las cuales entendemos haber tenido su principio de allí, y habiendo sido dadas en castigo del pecado, quiera Dios que aun duren en testimonio de su ira el trasgresor, y para su continuo ejercicio de arrepentimiento. 4. Este entendemos y confesamos haber sido el principio y causa del mal en el mundo. Y no tener otro ninguno al cual todos los hombres quedamos sujetos, como ramas que nacimos de una corrupta raíz, sucediendo por herederos en los males de nuestros padres, en su corrupción y condenación, como lo fuéramos de sus bienes y de su integridad, si hubieran permanecido en aquella integridad. 5. Por esta confesión renunciamos a toda doctrina de hombres que enseñen otros principios del mal que el que aquí hemos confesado, o que nieguen la corrupción de la naturaleza humana la razón dicha; o que, a lo menos, enseñen no ser tanta que no le queden al hombre fuerzas y facultad de libre albedrío, con que de sí mismo: o ser mejor, o disponerse para serlo delante de Dios, mayormente habiéndonos el Señor enseñado que es necesario nacer de nuevo.

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    Dr. Carlos Gilly, c/ Imagen 8, 45400 Mora (Toledo)

    He aquí el texto original de un nuevo resumen biográfico sobre Casiodoro de Reina, que he publicado en lengua italiana en el Dizionario storico dell’Inquisizione, Pisa 2010, Tomo III, págs. 1314-1317:

    Reyna (Reina, Reyne, Reinius, Reginius, →“Reginaldus Montanus”), Casiodoro de: (1520?-1594)

    Del célebre traductor de la primera Biblia completa al español se desconoce el año de nacimiento (“about 1520”, KINDER 1975), se discute si era originario de Sevilla (“bürtig aus Sevilien”, LEHNEMANN 1725; “was a Sevillian”, BOEHMER 1883) o más bien morisco granadino (MENÉNDEZ PELAYO 1880), y se duda si el apellido Reina es patronímico o topónimo. Se ignora también la edad de su ingreso en la orden de los jerónimos, de su profesión en el monasterio de San Isidro del Campo y de su ordenación sacerdotal. De sus estudios juveniles se sabe solamente que estos fueron intensivos (“homo ad literas educatus”) y dedicados preferentemente, de acuerdo con la regla de la Orden, a la lectura y exégesis de la Biblia (“sacris oraculis quorum studiis ab ineunte aetate addictus fui”). La regla de los jerónimos de San Isidro prohibía además “salir a estudiar fuera a las Universidades” (SIGÜENZA, 1907, I, 320), por lo es completamente gratuito afirmar que Casiodoro haya cursado estudios en la universidad de Sevilla y adquirido allí grados académicos. Los únicos datos fiables de la biografía de Casiodoro anteriores a su fuga del monasterio son los recogidos por los inquisidores mismos en una Relación oficiosa del Auto de fe celebrado en Sevilla el 26 de abril 1562, donde se quemaron las efigies de los once monjes de San Isidro y “herejes luteranos” huídos con él a Ginebra entre 1556 y 1557:
    “Fray Casiodoro, fraile del dicho monasterio, natural de Montemolín. Ausente condenado, relajada su estatua por hereje luterano dogmatizador “.(AHN, Inquisición, leg. 2075, doc. 2; Schaefer 1902)
    Casiodoro era pues extremeño, nacido al noroeste de Sierra Morena (de aquí su pseudonimo “Montanus”) aunque él mismo en dos dédicaciones autógrafas a ejemplares de su Biblia prefirió calificarse de “hispalensis”, porque tanto Montemolín como el vecino arcedianato de Reina pertenecían como enclaves a la diocesis de Sevilla. En cambio los inquisidores parecen haber ignorado su apellido (y también el de sus padres y hermana , huidos juntamente con él a Ginebra) pues, al contrario de los otros monjes fugitivos, mencionados siempre con nombres y apellidos, a él se le llama “Fray Casiodoro” a secas, como si se tratase de un personaje ya famoso en la ciudad. Casiodoro es también el único de todos los “herejes luteranos” del monasterio de San Isidro a quienes los inquisidores califican de “dogmatizador”, es decir, maestro de herejías. Este punto está corroborado por la relación del primer Auto de fe de 1559 en Sevilla, donde un condenado arrepentido, Juan Ponce de Leon, exhortó a la culta y valiente María de Bohorquez “para que abjurara de las doctrinas que fray Casiodoro en diferentes sitios y ocasiones le había predicado” (LLORENTE 1822; SCHÄFER 1902, II 278). El mismo Llorente, basándose sobre documentos hoy desaparecidos, asegura además que fue a ‘un Fray Casiodoro’a quien se debió la súbita conversion al luteranismo de todos monjes de San Isidro. En las Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes de 1567 (p. 248) se lee solamente que fueron dos frailes de San Isidro a dar inicio a este negocio con el resultado que en pocos meses casi todos los frailes del convento o se habían convertido o al menos simpatizaban con ellos. En todo caso, de los monjes sevillanos que se dirigieron a Ginebra y optaron allí por una carrera eclesiástica fue Casiodoro de Reina el único que no tuvo que hacer estudios suplementarios de teología bajo Théodore de Bèze en Lausanne.

    En Ginebra Casiodoro comenzó inmediatamente a traducir la Biblia completa al español (“la obra nos ha durado entre las manos enteros doze años”, se lee en el prefacio a la Biblia de 1569). Durante su estancia en la ciudad Casiodoro estuvo inscrito como miembro de la iglesia italiana, de la que él dice ser acreedor en casi todo (“Ecclesiae Italorum, cui omnia debeo, tum quod , dum Genevae vixi, fui ei adjunctus”, v. CORR. BÈZE, VII, 48), inclusive quizás también la asunción de la crítica encubierta contra la doctrina y el régimen de Calvino che allora serpeggiava nella comunità a opera degli antitrinitari Biandrata, Alciati, Tegli e Gentile. En todo caso, Casiodoro fue el primero entre los españoles llegados a Ginebra a expresar ante algunos compañeros de fuga, Juan de León y Lope Cortés, su indignación por el asesinato de Servet (“Que mons. Calvin fit brusler Servet a Geneve injustement et par envie”; “Que Servet estoit un grand homme, et que s’il eust vescu, il eust faict grand profit à nostre nation”; “Item que quand il [Cassiodoro] passoit a Geneve par le lieu ou il fut bruslé, les larmes luy tomboyent des yeux” (KINDER 1975, append. III). Según el testimonio de estos mismos amigos – pero utilizado y manipulado después por sus detractores de Londres – Casiodoro habría conseguido por primera vez un libro de Servet no en Ginebra, sino en Francfort, y hecho inmediatamente propias las ideas de su compatriota sobre la trinidad, el bautismo de los niños, la predestinación y la tolerancia con los herejes. Más aún, Casiodoro habría escrito desde la misma Ginebra una carta al mayor adversario de Calvino (“le suscript de laquelle estoit Docto et pio viro Sebastiano Castalioni”), a la vez que difundido entre sus amigos “ung livre inprimé lequel tractoit,qu’on ne debvoit point brusler les heretiques”, es decir el De hareticis an sint persequendi del mismo Castellione. Casiodoro finalmente no estaba de acuerdo ni con el ritual de la cena (“ainsi qu’on l’administre a Geneve”), ni con el hecho de que en las prédicas dominaran las controversias con menoscabo de la piedad (“qu’a Geneve on ne prechoit d’autre chose que contre le pape et les moynes et non pas des choses d’edification”). Peor opinión aún tenía Casiodoro del magistrado y de la justicia de la ciudad, por lo que no consideraba oportuna la creación de una iglesia española en Ginebra bajo el control inmediato de una tal autoridad (“Item, qu’il croyoit que si l’evangile venoit en France, Geneve seroit un aultre Rome, ce qu’il disoit pour la justice de Geneve”; “Qu’il n”estoit pas bon de fayre eglise Espagnole a Geneve pour la crainte [alii: ‘cruauté’] du Magistrat”).

    Precisamente eso fue lo que sucedió en la segunda mitad de 1558: sorprendido por el número creciente de refugiados españoles en la ciudad, Calvino hizo volver de Francfort a Ginebra a su fiel colaborador Juan Pérez de Pineda con el fin de organizar “une Eglise de gens de sa nation”, para la que se habilitó el templo de St. Germain. Por fortuna para Casiodoro, la subida al trono de Elizabeth I de Inglaterra en enero de 1559 y el inmediato retorno de los protestantes ingleses de la diáspora abrieron a los españoles refugiados en Ginebra nuevas e insospechadas posibilidades que muchos no dejaron de aprovechar, pero que dieron al trance con la recién fundada iglesia española. Del episodio poseemos dos versiones contradictorias, la primera es la que Casiodoro mismo, bajo el pseudónimo de Montanus, presentó publicamente en las Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes (p. 214) como decisión unánime de todo el grupo:
    “Hispanis ob pietatem Genevae exulantibus colligendae ex suis Ecclesiae Anglia visa est commodior, quo consilio factum est, ut nonnulli ex ipsis cum Anglis in patriam revertentibus profiscerentur” ( A los españoles que estaban exiliados en Ginebra por motivo de religión les pareció que, para establecer una iglesia propia, Inglaterra era la más adecuada, y con esta intención sucedió que algunos de ellos partieron con los ingleses que volvían a su patria)
    La segunda es la versión de los adictos incondicionales de Calvino, para quienes el abandono de Ginebra equivalía a pura traición y deserción: éstos atribuyeron a Casiodoro la total responsabilidad del hundimiento de la iglesia española, aplicándole el sobriquete de Moisés de los españoles por haberse llevado consigo a casi todos los compatriotas allí residentes al otro lado del mar:
    Item, il me semble qu’il [Casiodoro] a dissipé l’Eglise des Espagnols de Geneve solicitant ceux qu’il a peu a s’en departir, tellement qu’on l’appelloit la le Moïse des Espagnols. Monsieur Pierius (Juan Pérez] aussi, qui jamais ne luy a escript ne rescript, il me semble aussi bien que les autres Espagnols qui sont à Geneve, en est fort offensé, voyre il en a eu des grandes querelles”
    Apenas llegado a Londres, Casiodoro comenzó a reunir un grupo de españoles, organizando para ellos en una casa privada un servicio religioso con prédicas en español tres veces por semana. En enero de 1560 terminó la redacción en español y en latín de una de las más adogmáticas confesiones de fe de todo el protestantismo, Declaración, o Confessión de fe hecha por ciertos fieles españoles, que huyendo de los abusos de la iglesia Romana y la crueldad de la Inquisición d’España hizieron a la Iglesia de los fieles para ser en ella recibidos por hermanos en Christo (GILLY, 1985). Esta Confessio hispanica plugo en extremo al liberal obispo de Londres Edmund Grindal, quien como responsable de las “ecclesiae peregrinorum” asignó a la comunidad española la iglesia de St Mary Axe y una pensión real de 60 £ para su ministro. En cambio, las otras dos iglesias de extranjeros de lengua francesa y flamenca establecidas en Londres aceptaron de mala gana la nueva iglesia y continuaron sospechando de la ortodoxia del español tanto por su Confessión de fe cuanto por haber éste recibido como miembros de su iglesia a disidentes notorios como →Aconcio o →Haemstede (KINDER 1988). Un año más tarde, 1561, Casiodoro contrajo matrimonio con Anna, hija de un comerciante de origen español, Abraham de Leon de Nivelles, pero residente en Francfort.. Entre tanto había reanudado de nuevo su trabajo de traducción de la Biblia que, gracias a su nueva situación, esperaba llevar en un tiempo razonable a feliz término.

    Pero eso era no contar con las acechanzas provenientes de dos grupos que, aunque totalmente opuestos en sus intereses, se hallaron unánimes en la voluntad de impedir la labor del traductor de la Biblia. De una parte los sucesivos embajadores del rey de España en Londres (Conde de Feria, Alvaro de la Quadra y Guzmán de Silva) en estrecha colaboración con la fitta rete di spionaggio montada por la Inquisición a ambos lados del canal (KINDER-TRUMAN 1980). Estos lograron infiltrar en la reciente iglesia un agente provocador, el sevillano Francisco de Abrego y, sobre todo, consiguieron mediante chantaje a su mujer la ‘reconversión’ de Gaspar Zapata, uno de los dos asistentes de Casiodoro en el trabajo de traducción de la Biblia, que se alojaba en la misma casa que Casiodoro y su esposa (GILLY, 1985, p. 370f.). Y de otra parte los celosos calvinistas de las iglesias francesa y flamenca de Londres, quienes, guiados por su extrema descofianza y antipatía a Casiodoro, no hacían sino escrutar sus textos todavía incompletos, buscando herejías por todas partes y denunciándolas inmediatamente a Ginebra, y llegaron al extremo de apoyar ciegamente el doble juego montado de los dos agentes de la Santa Inquisición. En efecto, en septiembre del 1563 Abrego y Zapata presentaron ante el obispo Grindal una insidiosa denuncia contra Casiodoro por presuntos hechos de pederastia supuestamente acaecidos tres años atrás, pero que en realidad sirvieron de pretexto a los detractores de Casiodoro para anatemizar publicamente le opinioni e attegiamenti del español que discrepaban según ellos de la ortodoxia calvinista. El resultado de esta doble conjura fue la huída precipitada de Casiodoro a Amberes y la inmediata dispersión de la iglesia española de Londres. Por fortuna para el traductor de la Biblia, el obispo Grindal puso a salvo sus manuscritos, que le fueron enviados semanas después a Amberes por el viejo prior de San Isidro, Francisco de Farias, o por otro ex-fraile de toda su confianza.

    Fue entonces cuando el Rey Felipe II puso precio a la cabeza de Casiodoro, como se lee en una carta del gobernador de Amberes a la regente de los Paises Bajos (BÖHMER 1883, p. 172). Acechado en todas partes por los esbirros de la Inquisición y sospechoso de herejía o de peores cosas aún para sus correligionarios, Casiodoro erró durante más de tres años entre Francfort, Montargis, Heidelberg, Strasburgo y Basilea, buscando un lugar donde establecerse como pastor de la iglesia, ciò che impedissero i collegi riformati aún después de descubrirse el montaje inquisitorial de Londres y hacerse público el regreso oficial de Abrego (1564) y Zapata (1565) a España. En noviembre 1565 Casiodoro obtuvo gracias al apoyo de Sturmio la residencia en Strasburgo por un periodo de tres años, viviendo del trabajo de su mujer sarta e tesitrice di setta y del propio (“quod opificio manuum et industra mea victus mihi et familiae nunc demum quaeritandus sit”), a la vez que continuaba su traducción de la Biblia y daba la última mano al manuscrito de las Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes, que en enero 1567 intentó publicar en Strasburgo en la imprenta de Theodosius Richel:
    “Es hett mir der Hispanus, so alhie aus vergonstigung meiner herren whonte, ein lateinisch buch zugestellt De Inquisitione hispanica und gebetten, dasselb trucken zu lassen; welches ich one meiner heren vorwissen nit thun sollen” (El español que por benevolencia de los señores del Consejo reside en la ciudad me ha entregado un libro escrito en latín con el título De Inquisitione hispanica y rogado que se lo imprima, cosa que no he querido hacer antes de obtener el parecer de los señores del Consejo) (GILLY 1985, p. 378; 2004 p. 234).
    En su respuesta a Richel el Consejo decidió que el libro no se imprimiera en la ciudad, pero que el español podría hacerlo imprimir en cualquier otra ciudad de su agrado (“es aber ausserhalb diser statt trucken lassen, who er wöll”). Como hoy se sabe, después de un segundo intento fallido en Basilea en la imprenta de Oporino, el libro se imprimió finalmente en septiembre de 1567 en Heidelberg. Casiodoro fué también, el 21 del mismo mes desde Strasburgo, el primero en comunicar a sus compatriotas la reciente aparición del libro: “Los misterios de la Inquisición están impresos en latín, creo que por allá los verán” (GILLY 1985, p. 375).

    Los calvinistas detractores de Casiodoro supieron utilizar inmediatamente para su propaganda este gran incunable de la publicística contra la Inquisición, pero no se mostraron particularmente generosos ni con el autor de las Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes ni con sus ideas. Pues tanto en la edición francesa, traducida por Jacques Bienvenu y realizada por Crespin en Ginebra en 1568, como en la neerlandesa traducida por Joris de Raedt y editada por Dathenus en 1569 desaparece completamente hasta el pseudónimo del autor y se reduce a cuatro páginas o se elimina totalmente la larga praefatio de Montanus-Casiodoro en favor de la tolerancia. Los cuatro recién nombrados habían conocido personalmente a Casiodoro en Ginebra y en Heidelberg.

    Entre 1568 y 1569 encontramos a Casiodoro en Basilea, en casa del rico hombre de negocios Marcos Pérez de Segura, quien como presidente de la facción calvinista ya había protegido a Casiodoro en Amberes y quien ahora continuó defendiéndole contra las acusaciones de sus correligionarios, subveniendo finalmente a los costes de impresión de la Biblia, realizada por Thomas Guarin en 1569. Los espias de la Inquisición, por una vez, no estuvieron bien informados, pues ya el año anterior, en el verano de 1568, la Suprema había ordenado a los inquisidores de los puertos de la península de estar bien sobre aviso sobre los libros que entran, ya que “Casiodoro ha impreso en Ginebra la Biblia en lengua española” (Schäfer 1902, II, p. 55). Fue un año y medio más tarde, el 19 de enero 1571, cuando el Consejo Supremo de la Inquisición se enteró finalmente de que “la Biblia en romance” se había impreso en Basilea y ordenó la recogida de todos los ejemplares que se descubrieran. Pero también la censura de Ginebra no se hizo esperar, aunque fue decepcionante: El pastor de la iglesia italiana, Niccolò Balbani, escribió el 20 de agosto del 1571 a los colegas de la iglesia francesa de Francfort, para avisarles de nuevo de la peligrosidad del español: “Di Cassiodoro qui s’é havuta sinistra opinione per alcuna disputa che ebbe con gli ministri d’heidelberga intorno alla cena, et intorno ad altro […] Quanto alla Bibbia tradotta da lui io non saprei allegare alcuna cosa, percio che io non intendo la lingua” (Gilly 1985, p. 395).

    En Basilea, como anteriormente en Strasburgo, Casiodoro encontró entre los profesores, los refugiados y hasta los teólogos un ambiente intelectual más propicio a sus ideas. Y cuando en 1570 decidió definitivamente trasladarse con su familia a Francfort, el Antistes filoluterano Simon Sulzer recomendó calurosamente a Casiodoro a los colegas de Francfort, como hombre querido de todos (“nobis certe charus et acceptus”) por su sincera piedad, sus cándidas costumbres, su aborrecimiento de las controversias teológicas y su aplicación al estudio de las escrituras, al contrario de tantos otros exilados, que “dogmatibus sinistris infectos” no hacen sino perturbar. (GILLY, 1985, p. 408). El sucesor de Calvino, al contrario, se negó totalmente a extender al español cualquier tipo de recomendación aún después de conocer el complot contra Casiodoro en Inglaterra (”ie ne le vous accordarai iamais”, BÈZE, Corr., XIII, p. 73-78), impidiendo de nuevo a Casiodoro por más de un decenio todo tipo de carrera eclesiástica.

    Casiodoro tuvo que crearse en Francfort un multiempleo para sobrevivir con su entre tanto numerosa familia, dedicándose principalmente al comercio de libros –su mejor negocio fue la compra de la biblioteca privada de Oporino, que le convirtió en provedor de las bibliotecas de Kassel y Heidelberg (GILLY 2001). Publicó también en la imprenta de Bassée obras como la Bibliotheca Sancta de Sisto da Siena, cuyo apéndice financió él personalmente (“impensis Genii Bibliothecae Oporinianae”). Publicó en 1577 el testo castellano de su Declaración o Confessión de fe de Londres. Se ofreció como editor de la impresión del Talmud en varios tomos proyectada en Basilea. Operó como informador político para la corte de Kassel, traduciendo textos del español al francés y colaborando estrechamente con políticos famosos como Hubert Langait y Robert Beale. Volvió a Londres en 1578, donde el mismo Grindal, ahora arzobispo de Canterbury, le declaró libre de las acusaciones de sus enemigos de tres lustros atrás. Y recibió, finalmente, durante las negociaciones de paz que devolvieron provisoriamente la libertad de religión a la ciudad de Amberes, la invitación para dirigir allí como ministro la comunidad luterana de lengua francesa. Tras la caída definitiva de Amberes en 1585 en manos de los españoles, Casiodoro y su comunidad emigraron en bloque a Francfort, donde el exiliado español organizó una obra social de ayuda mutua para los refugiados de los Países Bajos, que perduró en Francfort durante al menos dos siglos (Lehnemann1725, pp. 169).

    Casiodoro murió en Francfort en el mes de marzo del 1594, dos años despues de haber conseguido para su comunidad el estatuto de iglesia y apenas un año después de haber sido nombrado su pastor oficial (LEHNEMANN 1725). Para acceder a un tal cargo, Casiodoro hubo de subscribir – como era obligatorio para todo pastor luterano desde 1579 – la ‘fórmula de la concordia’, con su condena explícita de los errores y herejías de los papistas, anabaptistas, flacianos, schwenkfeldianos, zwinglianos y calvinistas (LEHNEMANN 1725, pp. 163-169).

    Pero este documento, puramente formal, no es en absoluto representativo del último pensamiento de un nicomedita tan grande como era Casiodoro, quien todavía en 1587 editó el Dialogus in Epistolam ad Romanos (Francfort, Bassée) de su amigo Antonio del Corro, que rezumaba el espíritu del Castellione. Su verdadero pensamiento se encuentra sobre todo en los comentarios que Casiodoro escribió al Evangelium Ioannis y su Expositio primae partis capitis quarti Matthaei, publicados ambos en 1573 en la prensa de Bassée, y que encierran un impresionante playdoyer a favor de la libertad de expresión en la iglesia (“sed ex parte modo est nostra cognitio, ex parte nostra prophetia”), a la vez que una crítica severa contra toda especie de Inquisición, contra la politización del evangelio y contra la arrogancia y soberbia ridículas de quienes usurpan para sí solos el derecho a la censura suprema (“quam supremae censurae jus non tam superbe quam ridicule sibi usurpare”). De esta usurpación del poder, escribe Casiodoro, surgieron tantas luchas y controversias, a veces por cosas graves, pero casi siempre por cuestiones de nada. De aquí derivaron en la iglesia antigua todas la herejías, todas las excomuniones entre unos y otros, todas las deposiciones y restablecimientos de obispos, quizás también todos los milagros. Y aún todo esto es poco, concluye Casiodoro, comparado con la situación actual:
    “Et eiecerunt eum foras (Juan IX, 34): eum excomunicarunt … Mitissima alioqui poena, si cum saevitia Pharisaeorum nostri temporis conferatur. qui hominem eorum judicio sontem ad diuturna vincula, et squalorem morte ipsa duriorem, prius ablegassent: deinde, nisi dictorum poenituisset, et ad illorum praescriptum illa revocasset, inaudita crudelitate vivum combusissent. O tempora!”(REYNA 1573)

    Y echáronlo fuera Juan IX, 34): Lo excomulgaron … Una pena bastante leve, en realidad, si se la compara con la crueldad de los fariseos de nuestro tiempo, quienes a un hombre, considerado por ellos culpable de herejía, primero le someten a largas prisiones y horrores más insoportables que la misma muerte; y después, si no se arrepiente de sus afirmaciones y no las revoca según ellos ordenan, con inaudita crueldad lo queman vivo. Oh tiempos! (Reyna 1573)
    (Y echáronlo fuera Juan IX, 34): Lo excomulgaron … Una pena bastante leve, en realidad, si se la compara con la crueldad de los fariseos de nuestro tiempo, quienes a un hombre, considerado por ellos culpable de herejía, primero le someten a largas prisiones y horrores más insoportables que la misma muerte; y después, si no se arrepiente de sus afirmaciones y las revoca según ellos ordenan, con inaudita crueldad lo queman vivo. Oh tiempos! , REYNA 1573).
    Al comentar este pasaje, Casiodoro no tenía solo presentes el asesinato de sus amigos y discípulos en las hogueras de la Inquisición de Sevilla, sino también, y quizás sobre todo, el asesinato de su compatriota Miguel Servet en Ginebra.

    J. Lehnemann, Historische Nachricht, Francfort 1725, frontispicio

    Vedi anche
    Aconcio, Jacopo; Corro, Antonio, González de Montes, Reginaldo (Montano); Haemstede, Adriaan; Leggenda nera, Siviglia, processi di; Siviglia; Serveto, Miguel …

    Bibliografia
    BOEHMER 1883, BÈZE 1960 ss, CSP, FIRPO 1996, GILLY 1985, GILLY 2002, GILLY 2004, KINDER 1975 (ma con il testo degli appendici corretti dal ms. 132, Holtzhausen Archiv, Francfort), KINDER-TRUMAN 1980, KINDER 1984, KINDER 1988, LEHNEMANM 1725, LLORENTE 1822, MENÉNDEZ PELAYO 1880, MONTANUS 1567, SIGÜENZA, 1907,

    Vedi anche
    Corro, Antonio, il vecchio; Geronimiani; Gil, Juan; González de Montes, Reginaldo (Montano); Leggenda nera; Pucci, Francesco; Reina, Casiodoro de; Siviglia, processi di; Siviglia; Sozzini, Fausto; Valdés, Alfonso de

    Nuova letteratura

    Lehnemann 1725: Johannes Lehnemann, Historische Nachricht von der vormahls im sechzehnten Jahrhundert berühmten Evangelisch-Lutherischer Kirche in Antorff und der daraus entstandenen Niederländischen Gemeinde Augspurgischen Konfession in Franckfurt am Mayn, aus beglaubten Urkunden mitgetheilet, Frankfurt, J.F. Fleischer,1725

    Bèze Correspondance (già descritto nelle bibliografia generale!)

    TRUMAN-KINDER 1980: R.W. Truman / A. Gordon Kinder; „The Pursuit of Spanish Heretics in the Low Countries: the activities of Alonso del Canto. 1561-1564”. in: Journal of Ecclesiastical History, XXX (1979), pp. 65-93

    KINDER 1984: Casiodoro de Reina, in: , Bibliotheca Dissidentium, tome IV: Baden-Baden, Koerner , 1984. pp. 99-153

    KINDER 1988: Casiodor de Reina, Confessión de fe christiana. The Spanish confession of faith (London 1560/1561) Edited from the sole surviving copy of the bilingual edition (Cassel, 1601) by A. Gordon Kinder (Exeter Hispanic Texts, 46), Exeter 1988

    GILLY 2001: véase C. Gilly, Die Manuskripte in der Bibliothek des Johannes Oporinus. Verzeichnis der Manuskripte in derBibliothek des Johannes Oporins anhand des von Theodor Zwinger und Basilius Amerbach erstellten Inventariums. Hommage à François Secret, Basel 2001

    GILLY 2004: CARLOS GILLY: Erasmo, la Reforma radical y los heterodoxos radicales españoles’, in: Les Lletres hispàniques als segles xvi, xvii i xviii, ed. Tomàs Martínez Romero, Castellò de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 2005, 225-376

    Reyna 1573a: Evangelium Ioannis. hoc est, Ivsta ac vetvs apologia pro aeterna Christi divinitate … per Cassiodorum Reinium Theologiae studiosum, Francfort, N. Bassé, 1573

    Reyna 1573b Expositio primae partis capitis qvarti Matthaei, commonefactoria ad Ecclesiam, De periculis Ministrorum Verbi in tempore cauendis, per Cassiodorum Reinium Theologiae studiosum, Francfort, N. Bassé, 1573.

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    1. La segunda edición del texto español (y alemán) completo de la Confesión de fe de Casiodoro de Reina, Kassel 1601, se puede consultar en

      http://www.zvdd.de/dms/load/met/?PPN=urn%3Anbn%3Ade%3Agbv%3A3%3A1-324267

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    2. Avatar de Rafael Serrano
      Rafael Serrano

      Muy interesante el comentario del Dr. Gilly. Me gustaría comunicarme directamente con él para hacerle algunas consultas.

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  11. Me quede impresionado por el trabajo de este hombre martir y difusor de la verdad gracias a su esfuerzo podemos conocer la Palabra de Dios en nuestra propia lengua materna, pero a un mas estoy muy interesado en profundizar mi conocimiento y por favor escribame quiero comprar la bilia de antigua version de Casiodoro de Reina 1569 original gracias Dios los bendiga

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  12. Estimado hermano, gracias por el comentario. No tengo información de dónde poder comprar un ejemplar original de la traducción de Reina 1569, pero puede comprar una edición facsímil. He encontrado este enlace, no sé si se podría conseguir de otra manera:

    Saludos en Cristo,
    Jorge Ruiz

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  13. Hola, en mi búsqueda e investigación e visto dos versiones de la Biblia del oso, donde en una está la exhortacion al lector acerca de la obligación q tenemos de leer las santas escrituras para alejar las tinieblas y saber la verdad a cualquier edad y en otra de como se castigará al q lea las escrituras sin la.ayuda de un sacerdote, de como haría más mal q bien leerlas y al q lo haga será castigado sin cielo…

    Q sucede?

    También mw gustaría saber, pues antes de reina, el inicio de la reforma x el lado de los valdenses, estos en cuales escrituras se inspiraron?

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    1. Gracias, Mauricio, por el comentario.

      No creo que lo segundo que comentas sea dicho por Reina, sino que seguramente sea el añadido en su impresión. La misma Biblia del Oso cita algunos cánones del Concilio de Trento acerca de la lectura de la Biblia.

      En cuanto a los valdenses, creo que tradujeron la Biblia a partir del latín.

      Un cordial saludo

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  14. Muy interesante (y útil) el enfoque crítico del autor. Todos aquellos que escaparon de España (entre otros tantos paises) consiguieron refugio en una Iglesia (la calvinista) organizada y con el Estado de su lado. La Ginebra de calvino tenía las murallas necesarias para que todo aquel en necesidad.

    Cuando vemos la rigidez del sistema político imperante de la Ginebra de aquel entonces, sufrida intensa y particularmente por cualquier disidente (Servet, por ejemplo), podemos ahora pensar acerca de el por qué Casiodoro de Reina, Valera, entre otros, se identificaron con el Calvinismo.

    En el tratado a los cautivos de Berbería, obra que pudo haber sido el mejor instrumento de Valera para exaltar las Doctrinas Calvinistas, podemos ver apenas un tratado evángélico, profundo -eso sí-, sin matices calvinistas.

    Las mismas introducciones que tanto Reina (1569) y Valera (1602) colocaron en sendas Biblias, muestrasnla neutralidad doctrinal de estos hombres separados de lo que hemos llamado Reforma. En ninguna de ellas podemos ver rasgos luteranos o calvinistas, más bien anabaptistas o de Bautistas Generales.

    Con esto que diré, debe estar claro que no busco ni quiero ofender ni cuestionar a estos dos grandes e ilustres hombres (héroes de la fe al lado de miles de mártires de esa época) en lo que respecta a su integridad, honestidad y valores éticos y cristianos de la Fe.

    Juan Calvino nunca dió espacio a la disención: es un hecho objetivo, que la Historia (secular y eclesiástica) ha sabido estudiar y registrar durante siglos.

    Si Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera no hubiesen hablado el lenguaje de Juan Calvino en cuanto a la manera de manejar las Cosas de Dios y en cuanto a interpretación de Su Doctrinas, Ginebra nunca los hubiera aceptado dentro de sus murallas. Y si lus hubiera aceptado hubiesen sido expulsados o abandonados a su suerte.

    Cuando Valera traduce las Instituciones, en la introducción reconoce la fe reformada desarrollando en cierta manera el tema, lo cual podría mostrarnos una adaptación necesaria para poder servirle a Dios extra-doctrina.

    Todo esto podría ser llamado como especulación; sin embargo podría dar luces para otros escenarios de estudio mientras certificamos a partir de la verdad.

    Saludos cordiales y gracias por las dos partes del trabajo…

    En Romanos 6:23

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    1. Le agradezco, hermano Luis, su reflexión al artículo. Creo que siempre se corre el peligro de querer enjuiciar la Reforma (Calvino, Ginebra) desde nuestros propios parámetros actuales. Sin un mensaje claro, y no dinamitado desde el interior, así como sin un bastión territorial, sencillamente la Reforma no habría tenido lugar. Por otra parte, sí que a Cipriano de Valera, creo, se le puede conceder que, habiéndose dado el ingente trabajo de traducir magistralmente la «Institución» de Calvino, su calvinismo era profundo y sincero. Las expresiones de fe evangélicas presentes en sus obras son patrimonio común de todos los evangélicos. De otra manera, los únicos verdaderamente evangélicos serían los «anabaptistas» o los «Bautistas generales».
      Un fraternal saludo

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  15. En Romanos 6:23 (Reina 1563) dice «porque la gracia de Dios es la vida eterna»; luego, en la Reina Valera de 1602 aparece «La dádiva de Dios es la vida eterna». Así podríamos ver a un Reina apuntando hacia el calvinismo de una parte de su vida y podríamos ver a un Valera separado de lo que llamamos la Reforma.

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    1. Gracias de nuevo. Pero también habría que considerar que Valera hubiera revisado el trabajo de Reina sobre bases y consideraciones eminentemente textuales y lingüísticas. Y el texto griego significa «dádiva» o «don». El por qué Reina tradujo «gracia», no lo sé. Pero la corrección de Valera fue buena.

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  16. Hola Hermano Jorge….gracias por tus comentarios…..

    Un traductor más allá de su simpatía por el contenido que traduces, es un traductor. Las simpatías o coincidencias con el objeto a ser traducido no son variables

    Bajo este argumento no puedo concluír que Valera fuese un calvinista «profundo y sincero».

    Si la profundidad de su calvinismo (q.d. convicción, su Verdad, su pasión, su vida en sí, su Doctrina Fundamental) estuviese realmente en él, entonces en el Tratado a los Cautivos de Berbería y en la Exhortación de su versión de 1602, no hubiese perdido esos espacios donde sin problemas algunos pudiese haber colocado sus creencias.

    B) Ahora bien, en el caso de la traducción de Instituciones pareciera que siendo un autor ajeno a él, Valera esta obligado a hacer un prólogo afín con el contenido de la obra…..es posible que haya sido expresamente encargado de esa manera por el mismo Calvino más que seguir los pasos de algo sobre entendido.

    En mi opinión Valera no podía traducir el libro (me imagino que tuvo ganancias que apoyaron su sustento) sin haber escrito lo que escribió,

    Regresando al punto a), vemos que en los dos casos (El Tratado y la Exhortación), donde Valera era libre de escribir lo que él quisiese, la ausencia de material, citas o doctrinas calvinistas en estos espacios sugieren un no-calvinismo en su estamento doctrinal

    Mi opinión es que no fue sincero – y es totalmente excusable dado el carácter de quien lo cuidó como refugiado (su perfil papista rígido y violento) y una aparente posición vulnerable de quien apenas unos pocos años atrás tenía techo, comida y familia en el Convento de San Isidro.

    Nuevamente te agradesco este espacio sin el cual – a falta de excusas- no hubiera podido aprender de lo que he escrito

    Dios te bendiga y un saludo muy caluroso y con cariño…

    Luis D.
    FACEBOOK: «MYLSTECH» ► Altamente Bienvenido …!

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