Contrariamente a la mentalidad que se ha implantado en la sociedad, que acentúa cada vez más la falta de un sentido global de la vida y del conocimiento, las verdades bíblicas no son enunciados autónomos, atomizados, independientes y sin relación entre sí. Por el contrario, todas las verdades bíblicas forman parte de “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Todas las verdades bíblicas son los distintos elementos de una misma verdad bíblica, de un mismo sistema unificado de verdad. No es misión de la teología, por tanto, estudiar exclusivamente cada una de las verdades bíblicas en particular, sino además tratar de integrarlas todas en un mismo sistema de verdad. De ahí proviene, pues, la necesidad de una disciplina como la teología sistemática, disciplina siempre criticada, desde la exégesis hasta la libertad de pensamiento, pero de la que los cristianos nunca podremos dejar de prescindir.
La necesidad, inherente a la fe cristiana misma, de tener una visión de conjunto de la verdad bíblica se ha acentuado en la actualidad por los efectos destructores que el postmodernismo ha tenido y tiene en el campo de la cultura y, sobretodo, de la moral. Afirmar como normativo una cierta visión de las cosas, un modelo determinado de familia o una creencia se ha convertido en la actualidad en el pecado fundamental que hay que desarraigar por todos los medios. Si los cristianos tenemos la insensatez de querer participar en este discurso postmodernista, aun eclécticamente o a discreción, estaremos cavando lo que a la larga (o más a la corta de lo que nos pensamos) será nuestra tumba.
En este artículo, queremos tratar un tema que desborda ampliamente la vida, práctica y creencias de los cristianos. Ciertamente, en la actualidad hay muchos no-creyentes, y muchos intereses económicos y políticos, que encuentran la obligatoriedad del descanso dominical como un lastre que la sociedad hará bien en quitarse de encima. ¿Tendremos por ello los cristianos que dar nuestro consentimiento para que se liquide el concepto mismo de domingo, como ocurre, por ejemplo, con la destrucción el concepto bíblico de familia, cuando se da justificaciones para que el gobierno legisle los matrimonios homosexuales? Es más, ¿sobre qué argumentos descansa nuestra celebración del domingo como “día del Señor”? ¿Qué autoridad ponemos al frente en la defensa de su celebración, humana o divina? ¿Cuál de ellas se mantendrá en pie cuando venga la tormenta? En las líneas que siguen, intentaremos dar las debidas respuestas por medio de un estudio teológico acerca del carácter normativo del domingo como día de reposo cristiano, en el cual haremos especial atención a las distintas respuestas que a lo largo de la historia se han dado en los diferentes sistemas teológicos cristianos. Seguir leyendo